domingo, 2 de mayo de 2021

¿Pandemia o catástrofe?

Estamos ante una pandemia nunca antes vivida por los sujetos que la estamos sufriendo. No tenemos antecedentes personales, ni vivencias, ni experiencias similares. Esta falta de experiencia se ha vivido a todos los niveles, todos hemos actuado con cierta improvisación, las personas, las organizaciones y los gobiernos. Recuerdo de mi época de estudiante que los profesores siempre nos advertían antes de los exámenes que leyésemos bien el enunciado del problema pues si no lo hacíamos no podríamos comprenderlo ni resolverlo bien. Me temo que en esta pandemia los responsables de su gestión no han leído bien el enunciado del problema.

Para una planificación adecuada de la respuesta a una situación de emergencia se exige un conocimiento previo del riesgo en cuestión y conocer la posible evolución y sus consecuencias. Y por supuesto, hacen falta expertos en análisis de riesgos y resolución de crisis. Pero esto, no existe en España para la gestión de las pandemias.

 

¿Qué es una catástrofe?

Muchas personas comentan en lenguaje coloquial que estamos atravesando una catástrofe. Están en lo cierto, pero no solo en lenguaje de la calle, también lo es en el lenguaje técnico de emergencias.

La Ley de protección civil del Estado de 2015 recoge como catástrofe la siguiente definición: “Una situación o acontecimiento que altera o interrumpe sustancialmente el funcionamiento de una comunidad o sociedad por ocasionar gran cantidad de víctimas, daños e impactos materiales, cuya atención supera los medios disponibles de la propia comunidad.”

Ante esta definición, no podemos tener ninguna duda de que nos encontramos ante una catástrofe como ninguna otra habida antes en España; ha producido la interrupción sustancial del funcionamiento de la sociedad, está ocasionando una gran cantidad de víctimas; y está produciendo daños e impactos materiales inimaginables; y por si fuese poco, ha habido momentos en los que han sido superados los medios disponibles de la sociedad. Se cumplen sobradamente los cuatro requisitos contenidos en esta definición de catástrofe. Es más, hay otro concepto en protección civil que se denomina “calamidad pública” que no es ni más ni menos que una catástrofe cuando sus efectos se prolongan en el tiempo; o sea lo que nos está pasando ahora.

La misma ley define como “Emergencia de Protección civil” la Situación de riesgo colectivo sobrevenida por un evento que pone en peligro inminente a personas o bienes y exige una gestión rápida por parte de los poderes públicos para atenderlas y mitigar los daños y tratar de evitar que se convierta en una catástrofe”. Así que, sin duda, podríamos declarar sin temor a equivocarnos que estamos viviendo una situación de emergencia de protección civil.

Dos millones y medio de personas infectadas por el coronavirus, más de 75.000 muertes, millón y medio de personas sin trabajo, una perdida del 10% del Producto Interior Bruto en 2020, más de 200 mil empresas cerradas y más de cinco millones de personas en situación de pobreza severa que viven con menos de 16 euros al día, no es una emergencia ordinaria. Y que nos la quieran vender como una crisis sanitaria es un mal chiste sin gracia.

Un error de percepción

Las catástrofes más graves ocurridas en España en los últimos cuarenta no se acercan a la magnitud que tiene la pandemia de la Covid-19. En octubre de 1982 la rotura de la presa de Tous en Valencia causó 5 muertos; las inundaciones de Bilbao y alrededores en agosto de 1983 en provocaron 34 muertos y cinco desaparecidos, pérdidas de 200.000 millones de pesetas (1.200 millones de euros, la tercera parte en Bilbao); el 20 de agosto de 2008 el vuelo de Spanair, de Madrid a Gran Canaria, se estrelló en el aeropuerto de Madrid-Barajas falleciendo 154 personas; y el terremoto de Lorca en mayo de 2011 de magnitud moderada (de 5,1) causó 9 víctimas mortales, más de 300 heridos, y más de 450 millones de euros en pérdidas económicas directas. Todas estas catástrofes resultan una nimiedad si las comparamos con la Covid-19.

A partir de la declaración tardía de la pandemia por la Organización Mundial de la Salud -OMS-, el primer error fue la calificación del problema como una emergencia sanitaria. El fallo ha residido en la imprecisa identificación del riesgo y no haber analizado la envergadura de la amenaza para las personas y para la sociedad.

El Estado minimizó la gravedad de la emergencia, redujo su potencial alcance, no percibió su impacto social a medio plazo y no aplicó diligentemente la Ley Orgánica del Estado de Alarma con todo el alcance que le permitía la Ley. A través de su portavoz el Estado español desdeño al gobierno de Italia por declarar el Estado de Emergencia Nacional a la vez que aseguraba que en España tan solo tendríamos uno o dos casos. No solo se trató de un gran error de cálculo, se trataba del gran fallo del Estado en la planificación de una respuesta de Protección Civil a una situación de emergencia nacional de efectos desconocidos. La razón de esta torpeza es básicamente que España es un Estado que carece de la elemental estructura de protección civil y por eso no pudo ponerla en marcha. Pero, ese pecado es una réplica en todas y cada una de las CCAA que desde la administración heredada del franquismo crearon sus administraciones calcando el modelo ineficiente y la estructura ineficaz del Estado. Y así nos va.

Con la carencia de esta organización de previsión de riesgos, muchas de las medidas adoptadas, más que decisiones propias de una planificación estudiada, se han asemejado más a una partida de parchís, en que después de ver el resultado del lanzamiento del dado se decidía qué ficha mover.

 

La crisis sanitaria

Por lo general, estamos acostumbrados a que la enfermedad sea una afección particular o individual y los tratamientos se aplican de manera personalizada. En las epidemias suele haber una reacción del sistema sanitario para atender y atajar la enfermedad, pero esto no suele transcender de las comunidades locales y regionales afectadas. Incluso en muchos casos, ni tan siquiera la sociedad que está padeciendo una situación de epidemia es consciente de ello y aunque sea un problema sanitario real, no se percibe como un problema social. De hecho, se nos informó que era poco más que una gripe y así se dieron los primeros pasos de la gestión de una enfermedad. Y a pesar de que ya se tenía la información de que en China morían principalmente los ancianos, no hubo ninguna acción defensiva de las residencias de mayores, donde se produjeron bastantes muertes evitables.

Los gestores de la emergencia sanitaria, que supongo que estaban desbordados, con un crecimiento de contagios que doblaban su número cada tres días, centraron sus esfuerzos en fortalecer el sistema hospitalario para hacer frente a la vorágine que se avecinaba. No les culpo a ellos por su gestión, ni al personal médico ni sanitario ni al sistema hospitalario, que bastante tenía con hacer frente a un enemigo desconocido con pocos recursos y con gran sobrecarga de trabajo.

La falta es del responsable de que no existan esos órganos administrativos interdisciplinares que se dediquen a la prevención de catástrofes. La acción permanente de los poderes públicos, en materia de protección civil, se ha de orientar al estudio y prevención de las situaciones de grave riesgo, catástrofe o calamidad pública y a la protección y socorro de personas y bienes en los casos en que se produzcan esas situaciones. Pues bien, el Estado y su administración ha fallado estrepitosamente en el cumplimiento de este fin.

 

La gestión de la catástrofe

Siendo meridianos en el lenguaje, las catástrofes las tienen que gestionar los expertos en la gestión de catástrofes. Parece fácil, ¿verdad? No se puede organizar un servicio de bomberos después de que se produzca un incendio. El servicio de bomberos tiene que existir con medios adecuados y con personal formado y entrenado para su misión antes de que se produzcan los incendios. Pues en las catástrofes pasa lo mismo. Cuando llega la catástrofe no se puede improvisar, hay que estar organizados de antemano.

Si alguien hubiese dispuesto de la información adecuada y la responsabilidad de prevenir las catástrofes a nivel nacional en aquel momento en que aún no había llegado la COVID-19 a Europa debería haber calificado la situación como de “grave riesgo”, que es la fase previa, el momento en el cual se predicen o se prevén las medidas que se han de adoptar; justamente en ese instante, cuando se advierte con antelación la amenaza del riesgo. El problema es que ese alguien no existía, ni existe. Otra cuestión es si ese alguien hubiese sido escuchado o no por el Gobierno en sus advertencias.

El caso es que se sigue gestionando una situación de emergencia nacional con un estado de alarma “light” de efecto tobogán (subir para caer), sin aprobar una legislación “ad hoc” para hacer frente a la catástrofe. Y los equipos técnicos, asesores de los gabinetes políticos siguen siendo mayoritariamente del ámbito sanitario para hacer frente a una situación de calamidad pública que no superaremos al menos en un año y con algunos miles de muertos más. La gestión de la pandemia sí que está siendo una catástrofe.

Que la gestión técnica de esta emergencia nacional se encaje casi exclusivamente dentro del ámbito de las ciencias de la salud, tratándola como un fenómeno biológico-médico-sanitario-hospitalario-farmacéutico-epidemiológico, por el hecho de que la enfermedad está producida por un virus, es como si la prevención de incendios y la lucha contra incendios se la encomendásemos a los licenciados en químicas por el hecho de que la combustión que produce los incendios es una reacción química exotérmica.

 

¡Todo lo que nos pasa, es poco!


Javier Larrea, 2 de abril de 2021.

Publicado en el periódico DEIA el 9 de abril de 2021


La gestión COVID-19

 

Siempre que nos referimos a la gestión de la pandemia lo hacemos en referencia a las medidas adoptadas por los gobiernos y por los políticos, y casi siempre es para censurar sus decisiones. Pero, además de las disposiciones de los responsables públicos también hay una responsabilidad privada y personal que nos compete a todos nosotros; una parte de la gestión de la crisis nos corresponde a los ciudadanos. Y otra, muy importante a la Administración.

En la gestión de una situación de emergencia como la que estamos viviendo, llamémosla pandemia para entendernos, distingo entre tres acciones diferentes. La primera acción es la reguladora, la normativa: en la que los poderes públicos aprueban unas normas que quieren que todos cumplan. La segunda acción consiste en que la sociedad en su conjunto debe cumplir dichas normas. La tercera acción es la que corresponde estrictamente al desempeño de las competencias de los gobiernos que han de ser proactivos en la realización de su misión; son las acciones de la parte ejecutiva de los gobiernos y sus administraciones.

Medidas para gestionar la crisis sanitaria COVID-19

Veamos cuales han sido hasta el momento las principales disposiciones adoptadas, en general:

1.    Confinamientos que restringen la movilidad ciudadana por el territorio, y su horario (toque de queda)

·        Confinamiento total en el domicilio excepto actividades esenciales.

·        Confinamiento por autonomías. Se impide la movilidad entre autonomías excepto por causas justificadas.

·        Confinamiento provincial. Decretado por algunas CCAA cuando se alcanzan determinadas ratios de incidencia acumulada (IA).

·        Confinamiento municipal. Decretado por algunas CCAA cuando se ha detectado un brote municipal o cuando se supera unas determinas ratios de IA.

·        Confinamiento por zonas de Salud. (Utilizado en Madrid), viene a ser lo mismo que hacerlo por barrios o por distritos.

·        Confinamiento por barrios, o por edificios. Se usó al principio en la Rioja y luego por tipo de edificios: residencias de mayores, o residencias de estudiantes. Muy poco utilizado en edificios de viviendas.

2.    Cierre de actividades económicas y regulación de horarios.

·        Comercios no esenciales

·        Actividades deportivas y culturales

·        Ocio y hostelería.

·        Etc.

3.    Limitación del número de personas con el que se puede interactuar.

4.    Lavado continuo de manos con agua y jabón o con hidrogel.

5.    Mantenimiento del distanciamiento físico (al principio llamado distanciamiento social) que inicialmente se recomendaba de forma confusa entre metro y medio y dos metros y que ahora está legalmente establecido en metro y medio.

6.    Obligación permanente del uso de la mascarilla FPP2 en espacios públicos cerrados y abiertos; aunque al principio se desaconsejó y luego se hizo obligatoria en espacios en que no se pudiese mantener la distancia de metro y medio. Ahora es obligatoria siempre.

7.    Realización de test PCR, antígenos y serológicos, para detectar las personas contagiadas con el virus, ya sean sintomáticas o asintomáticas.

8.    Actuación de los rastreadores para detectar las personas que sean contactos próximos de las personas contagiadas.

9.    Hospitalización de las personas que lo requieran para su tratamiento.

10. Cuarentena de las personas que con síntomas leves, no son hospitalizadas y permanecen en su domicilio.

11. Cuarentena de las personas positivas y sean asintomáticas y deban permanecer en su domicilio.

12. Vacunación de la población según los criterios establecidos en función de la disponibilidad de las vacunas.

 

Las primeras decisiones y sus correspondientes acciones son competencia exclusiva de los gobiernos, tanto del Estado como de las CCAA: los de decretar los confinamientos y las restricciones de movilidad y su alcance, así como los cierres de actividades comerciales y sus horarios. Las segundas acciones, las que corresponden al cumplimiento de varios de los puntos mencionados y del éxito de las medidas que contienen, dependen de los ciudadanos: lavarse las manos, mantener la distancia, usar la mascarilla apropiada de modo y forma adecuada, no sobrepasar el número de personas con los que reunirse, ir al médico cuando se tienen síntomas, mantener la cuarentena cuando la prescriban, etc., etc. Y si la ciudadanía no las cumple, la administración pública se verá desbordada para obligar su acatamiento. Sin embargo, los últimos puntos recogidos en este listado son esas terceras acciones que dependen casi exclusivamente de la acción de gobierno y de su administración, y su eficacia y eficiencia dependerá del celo que pongan en su ejecución.

Acciones exclusivas de los gobiernos

Corresponde a las autoridades gubernativas del ámbito de la sanidad y al sistema hospitalario, diagnosticar, tratar y hospitalizar a los enfermos; y organizar la realización de test PCR, de antígenos o serológicos y qué número se deben realizar cada día; y también establecer el sistema de rastreadores más eficaz posible para detectar el mayor número de asintomáticos posibles; también creo que debería establecerse un sistema que garantizase el cumplimiento de las cuarentenas. La última acción, a la que se ha fiado la solución y salida de la crisis, es la puesta en marcha del programa de vacunación.

No quiero criticar las medidas adoptadas hasta ahora, pues opino que es una tarea harto difícil, y que a cualquiera que le correspondiese esta gestión cometería múltiples errores, pero considero que se podría esperar algo más de nuestros gobernantes para gestionar el futuro. El objetivo debe ser mejorar. Para finalizar, veamos una anécdota reciente de esta gestión.

La semana pasada, una consejera de sanidad de una comunidad autónoma en comparecencia pública nos hacía partícipes de algunos de sus problemas de gestión: nos contaba que las personas que han dado positivo no informan debidamente sobre sus contactos estrechos o su actividad social. Y añadía con acierto una verdad de Perogrullo: "Cada contacto que se quede fuera es un riesgo para el conjunto de la población". También nos decía que han detectado que las personas que tienen síntomas no informan tempranamente a su médico de familia para no quedar confinados y que las personas enfermas que deberían estar en cuarentena, no la observan.

¡Pues vaya! ¿Qué decir sobre esto? Señora, usted no tiene que ponerse delante de un micrófono para soltarnos sus problemas. Lo que debemos esperar de una responsable política de sanidad no es que nos cuente sus cuitas, sino gestionar la salud de los ciudadanos y que nos informe sobre qué es lo que va a hacer para resolver esos problemas que ya han detectado. ¡Esa es la clave!

 

En próximos artículos analizaré por separado las distintas medidas que han sido adoptadas.

Javier Larrea

Publicado el 25 de marzo de 2021 en el periódico digital 21Noticias


La estrategia de Arrimadas: hacer nada

  

Lamentablemente para Murcia y los murcianos, desde hoy el nombre de su región quedará ligado para siempre al de Tamayo y a los sobornos para comprar parlamentarios. Y para la líder de Ciudadanos quedará grabado en su memoria como el recuerdo de un sueño, que acabó en pesadilla, en el que había confiado para sacar a su partido del camino a la desaparición en que se encontraba desde sus últimos reveses electorales (Elecciones generales, Euskadi, Galicia y Cataluña).

 

Conocida la traición de algunos de sus parlamentarios en Murcia y la reacción de Isabel Díaz Ayuso, arrojando a Ciudadanos del gobierno y convocando nuevas elecciones en Madrid, C’S convocó una reunión de urgencia de su ejecutiva para tratar el golpe que su socio más estrecho, el Partido Popular, a quién más habían favorecido, había infligido al partido naranja. No solo no iban a sacar adelante la moción de censura en el gobierno de Murcia, como querían, sino que se iban a convocar elecciones en Madrid, donde no querían.

 

La reacción de Arrimadas

Se especulaba con que Arrimadas podría presentar su dimisión asumiendo la responsabilidad por los eventuales malos resultados de la operación. En mi opinión, como así sucedió, Arrimadas no iba a dimitir ni iba a ser cuestionada pues no iba a haber ningún candidato valiente que se postulase para asumir la dirección del partido en un momento tan crítico en el que la única acción posible era tratar de taponar las vías de agua e intentar evitar el naufragio de la nave para llevarla a un puerto en el que reparar las averías del ciclón que les ha pasado por encima. La decisión de Arrimadas ha sido la de contemporizar, ampliar el comité ejecutivo con los barones, cesar a los dos miembros más cuestionados y esperar. Y nada más.

 

Pero, ¿Arrimadas podría haber hecho algo más?, ¿hay alguna orden que la capitana podría dar para hacer reflotar una nave que tiene una gran parte de sus cuadernas dañadas y algunas podridas?, ¿su tripulación aceptaría cambiar el rumbo para dirigirse a otro puerto distinto del anunciado durante todas las singladuras? Parece ser, que este golpe de timón es lo que había intentado con la operación de la moción de censura en Murcia, pero fue sorprendida por un motín a bordo y no quiere correr más riesgos.

 

Un siniestro PP, en su faceta más maquiavélica, había declarado la apertura de sus puertas para acoger a cualquier miembro que quisiera desertar de las filas de Ciudadanos.  Y, por si fuera poco, un par de horas después de iniciada la reunión de la ejecutiva, Toni Cantó, uno de sus miembros más destacados, la abandonó despotricando contra su partido; y a partir del anuncio público de su marcha de Ciudadanos se ha sucedido un rosario de deserciones en el Parlamento, en el Senado, y en algunas CCAA.

 

En un partido unido, podríamos haber esperado una reacción dura de Arrimadas en contra de un socio que ha utilizado sus peores maneras para perjudicar a Ciudadanos. Es muy probable que los más acérrimos de C’s estén sedientos de venganza, contra Díaz Ayuso, contra Teodoro García Egea y naturalmente contra Casado, pero me temo que no han podido destapar la caja de los truenos aliándose con el PSOE para arrebatar al PP los gobiernos de Andalucía, Castilla y León, ayuntamiento de Madrid y unos cuantos ayuntamientos más, porque no han podido, porque Arrimadas no manda en su partido por encima de sus barones y vicepresidentes y la vicealcaldesa de Madrid. Si nos remitimos a las declaraciones de estos cargos nada más surgir la crisis, todos ellos ofrecieron y garantizaron estabilidad al PP en vez de hacer declaraciones más prudentes y sensatas remitiéndose al resultado de la reunión de su ejecutiva. Así al menos habrían dado sensación de orden y de unidad y habrían podido mantener a raya las malas artes del PP. 

 

Con esta incertidumbre en la fidelidad de tu tripulación solo hay una cosa que puede hacer Arrimadas: nada. Apenas maniobras de fortuna. Con un barco roto, que no puede gobernar, para mantenerse a flote solo puede capear el temporal, poner popa a la mala mar y esperar que amaine. Si encuentra una rada o bahía abrigada en la que fondear, también corre el riesgo de que parte de su tripulación se amotine o se vaya a otro barco.

 

El futuro de Ciudadanos

En fin, dejando el lenguaje marinero aparte, todo apunta que el partido está en franca descomposición porque sus miembros ya no creen en él y así difícilmente puede sobrevivir con dignidad. Además, los medios de comunicación ya les dan por muertos. Ciudadanos, traicionado por Diaz Ayuso, tiene ahora para salvarse de la desaparición el comodín de la victimización, una táctica que tantas veces usan los partidos. Si les sale bien, conseguirán prolongar la agonía, pero si no obtienen representación en Madrid, C’s difícilmente llegará a las elecciones generales, aunque se adelanten. Dependen del voto de los madrileños.

 

No creo que asistamos a un éxodo masivo, pues muchos no tienen donde ir y los partidos de derecha y de ultraderecha no tienen sitio para todos, pero es probable que se produzca un goteo continuo de cargos que vayan abandonando la formación naranja. No hemos de olvidar el comportamiento al que nos tienen acostumbrados los políticos: excepto unos pocos de talla extraordinaria, todos los demás anteponen sus intereses personales a los de su partido, y estos, muy por delante de los intereses de la ciudadanía. Los efectivos que les quedan en algunas CCAA aguantarán hasta las elecciones de 2023 y después es muy posible que ya no obtengan representación. Ya vimos como le ocurrió algo parecido a UCD hace unas décadas y los supervivientes se pasaron a Alianza Popular (PP).

¿Réquiem por Ciudadanos?

Javier Larrea

Publicado el 18 de marzo de 2021 en el periódico digital 21Noticias


Murcia: Roma no paga traidores


Muchos demócratas estamos observando con estupor, no solo lo que está ocurriendo en Murcia, sino cómo está siendo contado por algunos medios de comunicación. Se han desencadenado distintas reacciones en cadena en el panorama político español en forma de mociones de censura en algunas CCAA o convocando nuevas elecciones como Isabel Díaz Ayuso (IDA), y aún no conocemos sus efectos, devastadores para unos, y posiblemente beneficiosos para otros.

A mediados de semana, Ciudadanos y el PSOE deciden presentar dos mociones de censura para arrebatar el gobierno de la comunidad y del ayuntamiento de Murcia al PP. Ante el temor de que ocurra lo mismo que en Murcia, IDA decide convocar elecciones a la comunidad de Madrid mientras el PSM y Más Madrid registran sendas mociones de censura. Todos dicen haber sido los primeros en presentar su propuesta y se recurre la convocatoria de elecciones y solicitado su suspensión cautelar. El PP lanza una OPA a C’s haciendo un llamamiento a que sus cargos se pasen al PP, en lo que parece un intento de hacer desaparecer a C’s. El PSOE presenta una moción de censura en Castilla y León. El PP responde sobornando a tres parlamentarios de Ciudadanos ofreciéndoles cargos de consejeros en el gobierno de Murcia. C’s expulsa a sus tres diputados díscolos de Murcia. El exsecretario de organización de C’S, miembro del parlamento español se pasa al PP. Se rumorea que el trasvase de votos de concejales de C’s al PP podría despojar al PSOE de algunas alcaldías en ayuntamientos de toda España. Podría ocurrir lo mismo en sentido inverso. La Justicia ha decidido no suspender cautelarmente las elecciones de Madrid a celebrar el 4 de mayo. Este es el resultado conocido de la reacción en cadena hasta la noche del domingo 14 de marzo de 2021, justo un año después de la declaración del estado de alarma por la Covid-19.

Se esperan algunos ceses y cambios en la ejecutiva de Ciudadanos que tendrá lugar el lunes 15 por la mañana. Esto recuerda el comienzo de la primera guerra mundial, en que cada actor tomaba una decisión como reacción a una acción anterior, pero sin meditar las consecuencias ni tomar en consideración el efecto dominó que podía producir cada nueva decisión.

 

Elecciones y mociones son democráticas

Se han realizado algunas acusaciones y reproches sobre las formas de plantear tanto las mociones de censura como las convocatorias de elecciones a media legislatura. Debemos tener clara la diferencia existente entre la convocaría de elecciones y la moción de censura. En los procesos electorales participamos los ciudadanos mediante nuestro voto para elegir el poder legislativo, pero en nuestro sistema político los electores, aunque creamos que sí, no tenemos capacidad para decidir quién o quiénes van a componer el poder ejecutivo, o sea el gobierno. Eso dependerá de un juego de mayorías que, excepto cuando se obtiene mayoría absoluta, va a ser decidido mediante las conversaciones entre partidos para negociar mayorías parlamentarias que puedan dar como resultado la investidura del presidente de ese gobierno que será quién elija a su equipo de gobierno (sus ministros o consejeros, o concejales ejecutivos en los ayuntamientos). Las mociones de censura se presentan al de un tiempo de constituidos los gobiernos y pretenden precisamente censurar el modo o la forma o los resultados de la gestión de ese gobierno. Las mociones son constructivas y tienen que presentar un candidato alternativo y para que triunfe ha de construir una mayoría que elija al candidato presentado. Y la presentación de una moción de censura es tan democrática como la convocatoria de elecciones. Debemos aceptar la legitimidad democrática, tanto de la convocatoria de elecciones como de la presentación de mociones de censura por parte de quienes tengan las facultades para llevar adelante estas acciones. Ambas opciones son instrumentos legales recogidos en nuestro ordenamiento jurídico con los que pueden jugar los partidos políticos cuando consideren oportuno. Se podrán discutir algunos aspectos como la oportunidad, pero no la legitimidad.

 

La democracia de los despachos

La obtención de mayorías por parte de los partidos para gobernar se negocia en los despachos, y las maniobras que realice quien se resiste a la mención de censura para que no triunfe también se realiza en los despachos. Por eso es una necedad que alguien manifieste que no es democrático que un gobierno se consiga en los despachos. Las discusiones, negociaciones y los repartos de poder en los despachos son consustanciales a nuestro modelo democrático. Esa es la única manera en que los partidos pueden sumar mayorías: en las conversaciones entre ellos, tanto da, en un despacho o en una bolera. En ambos casos la contribución ciudadana queda limitada a la emisión del voto el día de las elecciones no teniendo mayor participación en ningún caso en las decisiones posteriores de nuestros gobernantes.

 

Los calificativos

Algún medio de comunicación titulaba la noticia sobre la reacción del PP en Murcia con el siguiente eufemismo: El PP de Murcia logra desactivar la moción de censura tras convencer a 3 diputados de C's para que voten "no". Disculpen que me ponga exquisito con el lenguaje, pero no, no han sido convencidos: han sido sobornados. Da igual que partido actúe de esa manera. Ofrecer un cargo a un representante de otro partido para que cambie el sentido del voto comprometido con su partido es un soborno, lo haga quien lo haga.

Y esos diputados se llaman tránsfugas; está bien definido el concepto en el pacto antitransfuguismo que tienen firmado los partidos, incluido el PP. Este pacto es un código de conducta que tiene por objetivo que unos partidos no utilicen los votos de los miembros de otros grupos políticos para constituir o cambiar mayorías de gobierno. Está muy claro el concepto y no es susceptible de ingeniería interpretativa política.

Lo que ha hecho el presidente de la Región de Murcia (única comunidad autónoma de España que quiso seguir siendo “región” como en tiempos de Franco) y los tres diputados de Ciudadanos ha sido un “tamayazo” en toda regla, vocablo bien conocido por los españoles desde que el PP de Esperanza Aguirre comprase a dos diputados de la comunidad de Madrid para lograr la presidencia en 2003, aunque la RAE, esa que limpia, fija y da esplendor a la lengua castellana, no se haya fijado que usamos muchos más la palabra “tamayazo”, que la recién aprobada “sánduche”, que nadie dice para referirse a un sándwich, que todos sabemos lo que es.

 

Las justificaciones

El presidente de Murcia ha declarado que Murcia no está en venta y sin embargo es él quien ha comprado a varios diputados de otro partido político. Por muchos que queramos argumentar y dar la vuelta al lenguaje no hay manera de obviar que quienes han aceptado un cargo a cambio de defender una postura distinta a la de su partido son tránsfugas que han aceptado soborno.

Los tránsfugas no pueden justificar que siguen defendiendo lo mismo que cuando se presentaron a las elecciones, pues los pactos poselectorales no los alcanzan los diputados sino los partidos. No soy yo un defensor de las listas cerradas ni me gusta demasiado la partitocracia, pero el sistema español es así, y considero que, como norma general los cargos electos deben respetar la palabra dada a su partido y si no están de acuerdo deben dimitir. No hacerlo quiebra el sistema democrático basado en la confianza de que quien se presenta por un partido será fiel a su compromiso con ese partido. No han sido elegidos por sus méritos personales sino por la pertenencia a un partido con el que han hecho campaña y con el que se han comprometido en sus proyectos ala aceptar ir en sus listas. Podemos recordar a los diputados tránsfugas de C’s que Albert Rivera, fundador de su partido, manifestó en más de una ocasión que estaban para luchar contra la corrupción del PP y para votar a favor de que gobierne la lista más votada. Difícilmente pueden alegar ahora que se mantienen firmes a sus principios; no protestaron contra su partido cuando apoyaron al PP para gobernar, a pesar de que el partido más votado fue el PSOE.

Pero esto no ha acabado. Los traidores a su partido no han tenido en cuenta la frase histórica acuñada en la Hispania romana "Roma no paga traidores" usada para no atender las exigencias de los asesinos traidores del guerrillero lusitano Viriato. No han sido conscientes que el Partido Popular prescindirá de ellos en cuanto pueda, pues a nadie le gusta tener traidores consumados entre sus filas, pues saben que no son gente de fiar. Al tiempo.

 

Expectativas

Mientras tanto la ciudadanía seguirá contemplando esta lucha de “maquiavelos de pacotilla” que lo único que les interesa es mantener su poder personal utilizando para ello los partidos políticos que controlan. Querría escribir que no nos merecemos este espectáculo, pero no soy muy optimista, los ciudadanos ya hemos dado suficientes muestras de nuestra escasa madurez democrática y nos merecemos todo lo que nos pasa: este sistema político en que estamos inmersos sí que es una “plandemia” alimentada con los votos de quienes les gusta votar a corruptos porque sienten que son de los suyos, con los que siguen votando a quien les defrauda en las urnas una y otra vez, y con los se quedan en casa y no votan decidiendo así que otros elijan por ellos.

Ojalá me equivoque, pero es muy probable que veamos como en Murcia en las próximas elecciones no se produzca un reproche social a quienes sobornan o admiten sobornos, o a quien defrauda la palabra dada, y me temo que habrá muchas personas que incluso los aplaudan, por lo que los partidos seguirán con estas prácticas deshonestas y mafiosas. Y si eso ocurre, y se acepta con normalidad que unos políticos defrauden la palabra que han dado a sus propios compañeros de partido, ¿cómo vamos a esperar que no defrauden la palabra dada a sus electores a quienes ni tan siquiera conocen?

 Javier Larrea

Publicado el 15 de marzo de 2021 en el periódico digital 21Noticias.


 


Arrimadas al timón cambia el rumbo de Ciudadanos

 
Hasta ahora, la experiencia de la gestión política nos viene mostrando que, en los gobiernos de coalición exitosos la mayor parte del beneficio se la lleva el partido principal, el que ostenta la presidencia, el mayoritario, el titular. Incluso, suele ocurrir que los partidos que apoyan al principal formando parte del gobierno suelen salir dañados en sus expectativas electorales, lo que ha venido en llamarse, el abrazo del oso; el pequeño pierde y el grande gana. Los análisis de los resultados electorales tras los gobiernos de coalición nos revelan que esto suele ser así. 

 

Coinciden la mayor parte de los analistas políticos que, tras las últimas derrotas que ha venido sufriendo Ciudadanos no se les adivina ninguna capacidad de recuperación. Por lo general se describe que C’s está en caída libre y se le vaticina su desaparición a corto plazo. Incluso, los mentideros de la corte hablaban de una posible integración o fusión con el PP, mientras otros ya apuntaban la absorción de sus cuadros. Para los medios, Ciudadanos había dejado de ser noticia excepto para mencionar sus pésimos resultados y sus descalabros electorales o para destacar los desaires que se llevaba el vicepresidente de la comunidad de Madrid por parte de la presidenta IDA; en cualquier caso, noticias que dejaban a la formación política en mal lugar, lo que se dice, hacer astillas del árbol caído.

 

En esta tesitura, Arrimadas mediante un cambio brusco, con una acción inesperada ha conseguido producir un terremoto político mediante la moción de censura pactada con el PSOE en Murcia. Desconocemos si ambos actores habían pensado en el posible efecto dominó, pero me atrevo a afirmar que me parece increíble, es decir no creíble, que en las conversaciones con las más altas instancias del PSOE sobre una moción de censura en el gobierno de la Región de Murcia y en el ayuntamiento de Murcia no se haya tratado la posibilidad de extender ese acuerdo a los gobiernos de otras CCAA que se encontraban en situación similar.

 

Ignoro si esta medida de Arrimadas ha sido una estrategia razonada con el análisis de todas sus posibles consecuencias o un intento a la desesperada desde la convicción de que hiciese lo que hiciese la situación no podía ir a peor.

 

Este ensayo de Arrimadas, marcando estilo propio, desmarcándose del veto de Rivera al socialismo y a Sánchez, puede ser un intento de encontrar un salvavidas para evitar el ahogamiento al que estaban abocados. Seguir como segundones, ninguneados por el PP en todas las comunidades en las que cogobiernan los llevaba directamente al hundimiento, así que con este cambio de timón ha intentado evitar el naufragio. Da la impresión que con un nuevo rumbo puede intentar recuperar ese centro liberal que apuntaba Rivera, en sus tiempos de centrista liberal, en el que podían pactar con la izquierda y con la derecha al estilo de un partido bisagra de centro. El análisis de los resultados de Cataluña le la podido llevar a la conclusión de que gran parte de sus votantes en Cataluña, se le han ido al PSE, o sea que sus electores no eran tan derechas como pensaban, y presume que en España podría ocurrir lo mismo, por lo que un ligero movimiento hacia el centro les puede beneficiar. Por eso, con su negativa al “pin parental”, C’s se desmarca del partido de ultraderecha y recupera el lema "contra la corrupción" que ya usaron contra el PP y que les dio buen resultado. La estrategia de obtener protagonismo en alguna de las CCAA, en la que tienen presencia le puede resultar más positiva que la inanición a la que estaban abocados. De una situación de extrema debilidad, C’s pasa de ser el patito feo del gobierno de Murcia a llevar la batuta y tener una visibilidad que nunca habrían obtenido sin la moción de censura. Por el momento, les va a reportar el beneficio de gobernar por primera vez una comunidad autónoma.

 

Además, decida o no llevar adelante otras mociones de censura, C’s con este gesto ha enseñado los dientes al PP y no podrán ser objeto de maltrato en otras CCAA o tratados con desconsideración por los barones del PP. Es cierto que la disolución de la Asamblea de Madrid y la convocatoria de elecciones por parte de Ayuso les quita de momento unas cuantas consejerías y unos cuantos cargos, pero es posible que con este golpe de timón, sobre todo si se atreve a pactar con el bloque anti-extrema derecha, pueda voltear esa situación de disolución en que se encuentran. Tienen solo dos años hasta las próximas elecciones municipales y autonómicas y no pueden perder tiempo.

 

Un efecto colateral nada despreciable que ha conseguido Arrimadas con su acción de avanzar hacia el solitario centro ideológico del panorama político español es enviar al PP hacia la extrema derecha; ha roto la foto de Colón, en la que se quedan Casado y Abascal. Este movimiento de ocupar el eje central de los bloques políticos podría ser el objetivo más interesante a perseguir a medio plazo por este partido errante más conocido como veleta naranja.

 

Gulio Andreotti, siete veces primer ministro de Italia le dijo una vez al vicepresidente de España Alfonso Guerra: “Es verdad que el gobierno desgasta al que lo ejerce, pero mucho más desgasta la oposición”. En este caso, parafraseando a Andreotti: “Es mejor tener el gobierno que no tenerlo”.

 

Este artículo fue publicado el 12 de marzo de 2021 en el periódico digital 21Noticias