Siempre
que nos referimos a la gestión de la pandemia lo hacemos en referencia a las
medidas adoptadas por los gobiernos y por los políticos, y casi siempre es para
censurar sus decisiones. Pero, además de las disposiciones de los responsables
públicos también hay una responsabilidad privada y personal que nos compete a
todos nosotros; una parte de la gestión de la crisis nos corresponde a los ciudadanos.
Y otra, muy importante a la Administración.
En la gestión de una situación de emergencia como la
que estamos viviendo, llamémosla pandemia para entendernos, distingo entre tres
acciones diferentes. La primera acción es la reguladora, la normativa: en la que
los poderes públicos aprueban unas normas que quieren que todos cumplan. La
segunda acción consiste en que la sociedad en su conjunto debe cumplir dichas
normas. La tercera acción es la que corresponde estrictamente al desempeño de
las competencias de los gobiernos que han de ser proactivos en la realización
de su misión; son las acciones de la parte ejecutiva de los gobiernos y sus
administraciones.
Medidas
para gestionar la crisis sanitaria COVID-19
Veamos cuales han sido hasta el momento las principales
disposiciones adoptadas, en general:
1. Confinamientos
que restringen la movilidad ciudadana por el territorio, y su horario (toque de
queda)
·
Confinamiento
total en el domicilio excepto actividades esenciales.
·
Confinamiento
por autonomías. Se impide la movilidad entre autonomías excepto por causas
justificadas.
·
Confinamiento
provincial. Decretado por algunas CCAA cuando se alcanzan determinadas ratios
de incidencia acumulada (IA).
·
Confinamiento
municipal. Decretado por algunas CCAA cuando se ha detectado un brote municipal
o cuando se supera unas determinas ratios de IA.
·
Confinamiento
por zonas de Salud. (Utilizado en Madrid), viene a ser lo mismo que hacerlo por
barrios o por distritos.
·
Confinamiento
por barrios, o por edificios. Se usó al principio en la Rioja y luego por tipo
de edificios: residencias de mayores, o residencias de estudiantes. Muy poco
utilizado en edificios de viviendas.
2. Cierre
de actividades económicas y regulación de horarios.
·
Comercios
no esenciales
·
Actividades
deportivas y culturales
·
Ocio y
hostelería.
·
Etc.
3. Limitación
del número de personas con el que se puede interactuar.
4. Lavado
continuo de manos con agua y jabón o con hidrogel.
5. Mantenimiento
del distanciamiento físico (al principio llamado distanciamiento social) que
inicialmente se recomendaba de forma confusa entre metro y medio y dos metros y
que ahora está legalmente establecido en metro y medio.
6. Obligación
permanente del uso de la mascarilla FPP2 en espacios públicos cerrados y
abiertos; aunque al principio se desaconsejó y luego se hizo obligatoria en
espacios en que no se pudiese mantener la distancia de metro y medio. Ahora es
obligatoria siempre.
7. Realización
de test PCR, antígenos y serológicos, para detectar las personas contagiadas
con el virus, ya sean sintomáticas o asintomáticas.
8. Actuación
de los rastreadores para detectar las personas que sean contactos próximos de
las personas contagiadas.
9. Hospitalización
de las personas que lo requieran para su tratamiento.
10. Cuarentena
de las personas que con síntomas leves, no son hospitalizadas y permanecen en
su domicilio.
11. Cuarentena
de las personas positivas y sean asintomáticas y deban permanecer en su
domicilio.
12. Vacunación
de la población según los criterios establecidos en función de la
disponibilidad de las vacunas.
Las primeras decisiones y sus correspondientes
acciones son competencia exclusiva de los gobiernos, tanto del Estado como de
las CCAA: los de decretar los confinamientos y las restricciones de movilidad y
su alcance, así como los cierres de actividades comerciales y sus horarios. Las
segundas acciones, las que corresponden al cumplimiento de varios de los puntos
mencionados y del éxito de las medidas que contienen, dependen de los
ciudadanos: lavarse las manos, mantener la distancia, usar la mascarilla
apropiada de modo y forma adecuada, no sobrepasar el número de personas con los
que reunirse, ir al médico cuando se tienen síntomas, mantener la cuarentena
cuando la prescriban, etc., etc. Y si la ciudadanía no las cumple, la administración
pública se verá desbordada para obligar su acatamiento. Sin embargo, los
últimos puntos recogidos en este listado son esas terceras acciones que dependen
casi exclusivamente de la acción de gobierno y de su administración, y su
eficacia y eficiencia dependerá del celo que pongan en su ejecución.
Acciones
exclusivas de los gobiernos
Corresponde a las autoridades gubernativas del ámbito
de la sanidad y al sistema hospitalario, diagnosticar, tratar y hospitalizar a
los enfermos; y organizar la realización de test PCR, de antígenos o
serológicos y qué número se deben realizar cada día; y también establecer el
sistema de rastreadores más eficaz posible para detectar el mayor número de
asintomáticos posibles; también creo que debería establecerse un sistema que
garantizase el cumplimiento de las cuarentenas. La última acción, a la que se
ha fiado la solución y salida de la crisis, es la puesta en marcha del programa
de vacunación.
No quiero criticar las medidas adoptadas hasta ahora,
pues opino que es una tarea harto difícil, y que a cualquiera que le
correspondiese esta gestión cometería múltiples errores, pero considero que se
podría esperar algo más de nuestros gobernantes para gestionar el futuro. El
objetivo debe ser mejorar. Para finalizar, veamos una anécdota reciente de esta
gestión.
La
semana pasada, una consejera de sanidad de una comunidad autónoma en
comparecencia pública nos hacía partícipes de algunos de sus problemas de
gestión: nos contaba que las personas que han dado positivo no informan
debidamente sobre sus contactos estrechos o su actividad social. Y añadía con
acierto una verdad de Perogrullo: "Cada contacto que se quede fuera es un
riesgo para el conjunto de la población". También nos decía que han
detectado que las personas que tienen síntomas no informan tempranamente a su
médico de familia para no quedar confinados y que las personas enfermas que
deberían estar en cuarentena, no la observan.
¡Pues vaya! ¿Qué decir sobre esto? Señora, usted no
tiene que ponerse delante de un micrófono para soltarnos sus problemas. Lo que
debemos esperar de una responsable política de sanidad no es que nos cuente sus
cuitas, sino gestionar la salud de los ciudadanos y que nos informe sobre qué
es lo que va a hacer para resolver esos problemas que ya han detectado. ¡Esa es
la clave!
En próximos artículos analizaré por
separado las distintas medidas que han sido adoptadas.
Javier Larrea
Publicado el 25 de marzo de 2021 en el periódico digital 21Noticias

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