A
mediados de semana, Ciudadanos y el PSOE deciden presentar dos mociones de
censura para arrebatar el gobierno de la comunidad y del ayuntamiento de Murcia
al PP. Ante el temor de que ocurra lo mismo que en Murcia, IDA decide convocar
elecciones a la comunidad de Madrid mientras el PSM y Más Madrid registran
sendas mociones de censura. Todos dicen haber sido los primeros en presentar su
propuesta y se recurre la convocatoria de elecciones y solicitado su suspensión
cautelar. El PP lanza una OPA a C’s haciendo un llamamiento a que sus cargos se
pasen al PP, en lo que parece un intento de hacer desaparecer a C’s. El PSOE
presenta una moción de censura en Castilla y León. El PP responde sobornando a
tres parlamentarios de Ciudadanos ofreciéndoles cargos de consejeros en el
gobierno de Murcia. C’s expulsa a sus tres diputados díscolos de Murcia. El
exsecretario de organización de C’S, miembro del parlamento español se pasa al
PP. Se rumorea que el trasvase de votos de concejales de C’s al PP podría
despojar al PSOE de algunas alcaldías en ayuntamientos de toda España. Podría
ocurrir lo mismo en sentido inverso. La Justicia ha decidido no suspender
cautelarmente las elecciones de Madrid a celebrar el 4 de mayo. Este es el
resultado conocido de la reacción en cadena hasta la noche del domingo 14 de
marzo de 2021, justo un año después de la declaración del estado de alarma por
la Covid-19.
Se
esperan algunos ceses y cambios en la ejecutiva de Ciudadanos que tendrá lugar el
lunes 15 por la mañana. Esto recuerda el comienzo de la primera guerra mundial,
en que cada actor tomaba una decisión como reacción a una acción anterior, pero
sin meditar las consecuencias ni tomar en consideración el efecto dominó que podía
producir cada nueva decisión.
Elecciones y mociones son democráticas
Se han realizado
algunas acusaciones y reproches sobre las formas de plantear tanto las mociones
de censura como las convocatorias de elecciones a media legislatura. Debemos
tener clara la diferencia existente entre la convocaría de elecciones y la
moción de censura. En los procesos electorales participamos los ciudadanos
mediante nuestro voto para elegir el poder legislativo, pero en nuestro sistema
político los electores, aunque creamos que sí, no tenemos capacidad para
decidir quién o quiénes van a componer el poder ejecutivo, o sea el gobierno.
Eso dependerá de un juego de mayorías que, excepto cuando se obtiene mayoría
absoluta, va a ser decidido mediante las conversaciones entre partidos para
negociar mayorías parlamentarias que puedan dar como resultado la investidura
del presidente de ese gobierno que será quién elija a su equipo de gobierno
(sus ministros o consejeros, o concejales ejecutivos en los ayuntamientos). Las
mociones de censura se presentan al de un tiempo de constituidos los gobiernos
y pretenden precisamente censurar el modo o la forma o los resultados de la
gestión de ese gobierno. Las mociones son constructivas y tienen que presentar
un candidato alternativo y para que triunfe ha de construir una mayoría que
elija al candidato presentado. Y la presentación de una moción de censura es
tan democrática como la convocatoria de elecciones. Debemos aceptar la
legitimidad democrática, tanto de la convocatoria de elecciones como de la
presentación de mociones de censura por parte de quienes tengan las facultades
para llevar adelante estas acciones. Ambas opciones son instrumentos legales
recogidos en nuestro ordenamiento jurídico con los que pueden jugar los
partidos políticos cuando consideren oportuno. Se podrán discutir algunos
aspectos como la oportunidad, pero no la legitimidad.
La democracia de los despachos
La
obtención de mayorías por parte de los partidos para gobernar se negocia en los
despachos, y las maniobras que realice quien se resiste a la mención de censura
para que no triunfe también se realiza en los despachos. Por eso es una necedad
que alguien manifieste que no es democrático que un gobierno se consiga en los
despachos. Las discusiones, negociaciones y los repartos de poder en los
despachos son consustanciales a nuestro modelo democrático. Esa es la única
manera en que los partidos pueden sumar mayorías: en las conversaciones entre
ellos, tanto da, en un despacho o en una bolera. En ambos casos la contribución
ciudadana queda limitada a la emisión del voto el día de las elecciones no
teniendo mayor participación en ningún caso en las decisiones posteriores de
nuestros gobernantes.
Los calificativos
Algún
medio de comunicación titulaba la noticia sobre la reacción del PP en Murcia con
el siguiente eufemismo: El PP de Murcia logra desactivar la moción de censura
tras convencer a 3 diputados de C's para que voten "no". Disculpen
que me ponga exquisito con el lenguaje, pero no, no han sido convencidos: han
sido sobornados. Da igual que partido actúe de esa manera. Ofrecer un cargo
a un representante de otro partido para que cambie el sentido del voto
comprometido con su partido es un soborno, lo haga quien lo haga.
Y esos diputados se llaman tránsfugas; está bien
definido el concepto en el pacto antitransfuguismo que tienen firmado los
partidos, incluido el PP. Este pacto es un código de conducta que tiene por
objetivo que unos partidos no utilicen los votos de los miembros de otros
grupos políticos para constituir o cambiar mayorías de gobierno. Está muy claro
el concepto y no es susceptible de ingeniería interpretativa política.
Lo que
ha hecho el presidente de la Región de Murcia (única comunidad autónoma de
España que quiso seguir siendo “región” como en tiempos de Franco) y los tres
diputados de Ciudadanos ha sido un “tamayazo” en toda regla, vocablo
bien conocido por los españoles desde que el PP de Esperanza Aguirre comprase a
dos diputados de la comunidad de Madrid para lograr la presidencia en 2003,
aunque la RAE, esa que limpia, fija y da esplendor a la lengua castellana, no
se haya fijado que usamos muchos más la palabra “tamayazo”, que la recién
aprobada “sánduche”, que nadie dice para referirse a un sándwich, que todos
sabemos lo que es.
Las justificaciones
El
presidente de Murcia ha declarado que Murcia no está en venta y sin embargo es él
quien ha comprado a varios diputados de otro partido político. Por muchos que
queramos argumentar y dar la vuelta al lenguaje no hay manera de obviar que
quienes han aceptado un cargo a cambio de defender una postura distinta a la de
su partido son tránsfugas que han aceptado soborno.
Los
tránsfugas no pueden justificar que siguen defendiendo lo mismo que cuando se
presentaron a las elecciones, pues los pactos poselectorales no los alcanzan
los diputados sino los partidos. No soy yo un defensor de las listas cerradas
ni me gusta demasiado la partitocracia, pero el sistema español es así, y
considero que, como norma general los cargos electos deben respetar la palabra
dada a su partido y si no están de acuerdo deben dimitir. No hacerlo quiebra el
sistema democrático basado en la confianza de que quien se presenta por un
partido será fiel a su compromiso con ese partido. No han sido elegidos por sus
méritos personales sino por la pertenencia a un partido con el que han hecho
campaña y con el que se han comprometido en sus proyectos ala aceptar ir en sus
listas. Podemos recordar a los diputados tránsfugas de C’s que Albert Rivera,
fundador de su partido, manifestó en más de una ocasión que estaban para luchar
contra la corrupción del PP y para votar a favor de que gobierne la lista más
votada. Difícilmente pueden alegar ahora que se mantienen firmes a sus
principios; no protestaron contra su partido cuando apoyaron al PP para
gobernar, a pesar de que el partido más votado fue el PSOE.
Pero
esto no ha acabado. Los traidores a su partido no han tenido en cuenta la frase
histórica acuñada en la Hispania romana "Roma no paga traidores"
usada para no atender las exigencias de los asesinos traidores del guerrillero
lusitano Viriato. No han sido conscientes que el Partido Popular prescindirá de
ellos en cuanto pueda, pues a nadie le gusta tener traidores consumados entre
sus filas, pues saben que no son gente de fiar. Al tiempo.
Expectativas
Mientras
tanto la ciudadanía seguirá contemplando esta lucha de “maquiavelos de
pacotilla” que lo único que les interesa es mantener su poder personal utilizando para ello
los partidos políticos que controlan. Querría escribir que no nos merecemos
este espectáculo, pero no soy muy optimista, los ciudadanos ya hemos dado
suficientes muestras de nuestra escasa madurez democrática y nos merecemos todo lo
que nos pasa: este sistema político en que estamos inmersos sí que es una “plandemia”
alimentada con los votos de quienes les gusta votar a corruptos porque sienten
que son de los suyos, con los que siguen votando a quien les defrauda en las
urnas una y otra vez, y con los se quedan en casa y no votan decidiendo así que
otros elijan por ellos.
Ojalá me
equivoque, pero es muy probable que veamos como en Murcia en las próximas
elecciones no se produzca un reproche social a quienes sobornan o admiten
sobornos, o a quien defrauda la palabra dada, y me temo que habrá muchas
personas que incluso los aplaudan, por lo que los partidos seguirán con estas
prácticas deshonestas y mafiosas. Y si eso ocurre, y se acepta con normalidad
que unos políticos defrauden la palabra que han dado a sus propios compañeros
de partido, ¿cómo vamos a esperar que no defrauden la palabra dada a sus electores
a quienes ni tan siquiera conocen?
Publicado el 15 de marzo de 2021 en el periódico digital 21Noticias.

No hay comentarios:
Publicar un comentario