jueves, 21 de mayo de 2020

Encuesta sobre la FASE 1 en Euskadi

Este fin de semana he realizado una pequeña encuesta por internet para sondear la opinión sobre algunos aspectos de la desescalada en Euskadi. La encuesta era anónima y por supuesto voluntaria; la difusión de la misma la hice a través de algunos grupos de Facebook, aunque luego fue reenviada bastantes veces. En día y medio recibí 188 respuestas, desde mediodía del sábado hasta media noche del domingo 17 de mayo.


Además de la información que se ve en los gráficos sobre las respuestas recibidas, expongo los resultados de un breve y sencillo análisis. En primer lugar, he de advertir que la encuesta no tiene un gran valor demoscópico,

la muestra no es demasiado grande y no es representativa pues casi un 90% de las respuestas corresponde a Bizkaia. Una sorpresa curiosa que quiero destacar es que ha habido mayor participación femenina, un 60%, a pesar de que la presencia de mujeres en las RRSS es menor que la de hombres. Me temo que esto va a ir cambiando.


Las cuatro preguntas de opinión y sus respuestas ha sido las siguientes:

- ¿Estás de acuerdo con que la primera semana no se pudiese salir del municipio? El 83,5% está de acuerdo y un 13,8% en desacuerdo.

- ¿Estás de acuerdo con que la segunda semana se pueda salir del municipio? En esta, el 69% está de acuerdo y el 24% en desacuerdo.

-  ¿Te parece pronto para abrir las terrazas de los bares? Pues, a pesar de las ganas que parecía que tenía la gente de salir a los bares, un 60% opina que deberían seguir cerrados, mientras que un 31% lo ve bien; un 8,5 % no se pronuncia.

-  ¿Estás de acuerdo con que las mascarillas sean obligatorias en espacios públicos? Aquí, las respuestas favorables a la obligación alcanzan casi un 80% y los que no están de acuerdo son solo el 13,3%.

Diferencias entre hombres y mujeres
El 65% de las mujeres aprueban la obligación de llevar mascarillas en espacios públicos, mientras que los hombres solo lo aprueban el 35%.
El 61% de las mujeres está de acuerdo en que no se pudiese salir del municipio en la primera semana de la Fase 1 en Euskadi, por un 40% de los hombres.
El 65% de las mujeres está de acuerdo en poder salir del municipio esta segunda semana y un 75% de hombres lo aprueba, pero una cuarta parte de las mujeres opinan que aún no se debería poder salir del municipio.
En cuanto a la apertura de las terrazas de los bares, las posturas entre sexos están más equilibradas: un 62% de las mujeres y un 60% de hombres opinan que aún es pronto para abrir los bares.

Por edades
En todos los segmentos de edad se opina en un porcentaje mayor al 75% que l mascarillas deben ser obligatorias. La mayor resistencia se encuentra en el tramo de entre 35 y 49 años que se oponen a las mascarillas en un 21%.
En cuanto a la apertura de bares, los más prudentes parecen ser los más jóvenes, pues al 70% les parece prematuro y sin embargo el 40% de más de 65 años piensan que no es pronto.
Todos los grupos de edad opinan en un 85% que estaba bien que no se pudiese salir del municipio, excepto el grupo de 35 a 49 que lo piensa un 75%.
Y en cuanto a salir del municipio se observa una tendencia creciente a aceptar esta medida cuanta más edad se tiene, lo más jóvenes, un 52 % y los mayore un 75%.

Otras variables
No se observa ninguna diferencia significativa en la variable de estado civil en cuanto a las respuestas ofrecidas. Existe uniformidad de criterio sobre los extremos preguntados independientemente del estado civil.

La variable, tamaño del municipio no arroja diferencias significativas en cuanto a las posturas sobre la Fase 1, excepto que, curiosamente, los de los municipios de menos de 5.000 habitantes son los que más opinan que las mascarillas han de ser obligatorias. Y tampoco haya diferencias de opinión notables en función del nivel de estudios de quienes han rellenado el cuestionario.
He de recordar que se trata de una encuesta casera y solo tiene un valor relativo. Claro, que más relativos son aún los pareceres de un reducido grupo de familiares, amigos y conocidos, con que nos formamos nuestra opinión de lo que la sociedad piensa.

Conclusión
Si el resultado de la encuesta se correspondiese con el estado de opinión de la sociedad vasca, en este caso mejor decir, de la sociedad vizcaína, podríamos concluir que las medidas adoptadas por el gobierno están bastante en sintonía con la opinión de la sociedad, excepto en la decisión de abrir las terrazas de los bares que, como ya he dicho, al 60% le parece prematuro.

También podemos apreciar una opinión mucho más conservadora y prudente por parte de las mujeres, que aceptan de buen grado las medidas más restrictivas.

Espero seguir haciendo encuestas de este tipo por si a alguien le pueden servir de ayuda.

18 de mayo de 2020
Javier Larrea

Este artículo fue publicado en los Blogs de la versión digital de periódico DEIA.
https://blogs.deia.eus/rincondelproteston/2020/05/20/encuesta-sobre-la-fase-1-en-euskadi-por-javier-larrea/


Estoy realizando un estudio sociológico sobre los cambios sociales en Euskadi debido a la crisis de Covid-19. 
Si vives en Euskadi te invito a rellenarla, Gracias!!!


MORIR SOLO

La estadística del día 17 de abril (2020) nos estremece con la información de que ya hemos superado la barrera de las mil personas fallecidas (1020) por coronavirus en Euskadi (en España se alcanzan hoy las 20.000 muertes, según los datos oficiales). Es lo que tienen los números redondos, que cuando se alcanzan, nos impresionan mucho más y nos despiertan emociones y conciencias.

Y pueden impactarnos más aún, si convertimos en números lo que sabemos de una manera general y aproximada. Nos han contado que este virus afecta más a las personas mayores, pero, pocos conocemos y no somos plenamente conscientes de que el 97% de las personas fallecidas tiene más de 60 años (el 89% si referimos este porcentaje a los mayores de 70 años). Sí, sí, de esas mil veinte personas fallecidas en Euskadi, 985 son mayores de 60 años.

También sabemos que se ha impuesto un protocolo en función del cual las personas enfermas de covid-19 no pueden recibir visitas de sus familiares o allegados. El resultado es, que todos los fallecidos en los hospitales, en nuestro ejemplar sistema sanitario, del que tanto alardeamos, mueren en soledad. Su última visión ha sido probablemente un miembro del personal de enfermería, una especie de astronauta encapsulado en un frío mono blanco con la mirada escondida detrás de unas gafas protectoras y unas manos enfundadas en unos guantes de goma, que ni tan siquiera han podido trasmitir un último contacto humano de calor y ternura.

Por mucho que nos emitan imágenes por televisión del personal sanitario asegurando que a los enfermos mayores les tratan como si fuesen los suyos, no es así, no puede ser así; además, no estamos hablando de cuidarlos, sino de despedirlos en el último trance de la vida. Para los que no creen en otra vida después de la muerte, esta será la última oportunidad; no habrá otra. Alguien se ha arrogado el poder de imponernos a todos una conducta antisocial y a impedir el ejercicio de un derecho de nuestra sociedad.

No sé quién ha sido el autor de este perverso protocolo que está provocando tanto dolor y sufrimiento. Servirá para prevenir contagios, no lo dudo, pero no es humano. Se trata, evidentemente de una medida preventiva, pero hasta en las medidas preventivas hay rangos y jerarquías, y sobre todo proporcionalidad. El riesgo cero no existe, aunque nos gustaría, y debemos gestionar este riesgo con humanidad. La supresión del riesgo no debe pisotear los derechos sociales. De la misma forma que se considera irrenunciable que un médico entre en contacto con los pacientes adoptando medidas de protección, también debería ser irrenunciable que algunos familiares mantengan presencia y proximidad con las personas gravemente enfermas.

El estado de alarma no ha suspendido el derecho a la muerte digna, ese derecho que tienen quienes están ante una enfermedad que los lleva a un estado de salud terminal. La ley vasca de garantía de los derechos y de la dignidad de las personas en el proceso final de su vida, que ahora se está conculcando, recoge el derecho de las personas a estar acompañadas durante su permanencia en el hospital, por aquellos familiares o personas allegadas de su elección.

Es de ley: la dignidad en la muerte también incluye morir acompañado de los seres queridos. Y también es un derecho social de los familiares acompañar a su familiar en esos últimos momentos de la pérdida de un ser querido.

La falta de imágenes colectivas de los funerales y sepelios está ocultando a la opinión pública la magnitud de esta catástrofe y por ello son muertos silenciosos para la sociedad, pero más grave aún es que los han convertido en muertos solitarios, para las víctimas y sus familiares que con este agravio están adquiriendo también la categoría de víctimas.


Por quien corresponda, ha de reconsiderarse esta postura fundamentalista y alienante que está añadiendo a la tragedia un dolor innecesario. Hay que cambiar esto urgentemente. ¡Ojalá sea pronto!

Algorta, 18 de abril de 2020
Javier Larrea

https://blogs.deia.eus/rincondelproteston/2020/04/18/morir-solo-por-javier-larrea/

Casi 4.000 visitas y primer puesto en el ranking de Blogs de DEIA.

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 Encuesta sobre cambios socialeshttps://response.encuesta.com/#/survey/20gwHXYWQ

Muertos numéricos

Llevamos más de 15.000 muertos en el Estado español por esta nuevaenfermedad que tiene nombre de robot: COVID-19.

Entre políticos y medios de comunicación han conseguido que no nos importe demasiado si son 8.000 o 22.000. Se trata de muertos invisibles, son como el dinero de la cuenta corriente, no lo vemos, son solo números. Intencionadamente o no, han puesto en marcha un sistema de información narcotizador que anestesia a la sociedad ante la pandemia para que no seamos conscientes de la magnitud de la tragedia. Los finados no son víctimas colectivas como las que ocurren en los terremotos o inundaciones, o un accidente aéreo, donde vemos todos los ataúdes juntos. Aunque estamos ante una calamidad que afecta a toda la sociedad, los muertos se producen en forma de goteo en muchos lugares diferentes, así que son individuales, aislados, solitarios, independientes uno de otro; un número más en la estadística, solo cifras. Así es difícil tener consciencia de la amplitud de la pandemia, además estamos encerrados en nuestras casas viviendo el confinamiento de puertas hacia adentro lo que hace más difícil tener conocimiento del mundo exterior. En este contexto, los medios de comunicación, no sé si motu proprio o siguiendo algún tipo de instrucción no escrita, no nos proporcionan ningún tipo de imagen de los fallecimientos producidos.

El Estado de las autonomías que ha arraigado firmemente entre los españoles, aunque a algunos les gustaría que se evaporase, tiene una gran ventaja para esto de contar muertos, y es que como cada uno se fija más en los de su comunidad, en los suyos, que en los de toda España, que quedan lejos, y sobre todo en esta situación de internamiento, siempre son muchos menos las muertes de una comunidad que los que suma España en total, y así no nos preocupamos tanto.

Las imágenes de los féretros de soldados americanos regreso de Vietnam contribuyeron notablemente a erosionar la popularidad del presidente americano Lyndon B. Johnson, tanto, que no pudo presentarse a la reelección. Desde entonces todos los gobiernos han sabido que los féretros son malos para los gobernantes. Sabiendo eso, en 1991, antes de la primera guerra del Golfo, el presidente George Bush (padre) prohibió a la prensa tomar fotos o grabar imágenes de estos ataúdes. Puede parecer que el gobierno español está llevando a cabo esta misma estrategia con la complicidad de los medios de comunicación.

Los gobiernos han aprendido bien que las imágenes de los muertos no juegan a su favor, pero, mi opinión es que, aunque no resulten agradables para nuestras emociones, las imágenes de la cruda realidad son necesarias para tener una adecuada y correcta percepción de lo que está ocurriendo: para adquirir una mentalización preventiva del riesgo de la enfermedad.

Sin embargo, las imágenes que sí se emiten son las de la solidaridad social, los aplausos, y de los supervivientes cuando salen de la UCI o abandonan el hospital, y de las que sí se habla es de las personas fallecidas cuando se elevan a la categoría de héroes sociales, como el personal sanitario fallecido por coronavirus. Se intenta destacar en exclusiva las ideas positivas, la entrega, el sacrificio, la responsabilidad, todos esos valores que la sociedad aprecia y que producen empatía.

No obstante, no hay imágenes de muertos, no hay féretros, no hay luto, no hay funerales, no hay entierros, no hay cremaciones, no hay grupos de familias tristes en un sepelio prohibido, no hay llantos, no hay cámaras, no hay entrevistas, no hay pérdida social, no hay lamentos. Nada que pueda incomodar a la opinión pública y que dé idea de las verdaderas dimensiones de la desgracia colectiva que nos envuelve. Ni una sola imagen de los ataúdes, o de algo que nos dé idea del número tan brutal de fallecimientos -el día 1 de abril se registraron casi mil muertes-. Algunas imágenes no son agradables, por supuesto, pero, el periodismo ha de hacer compatible no regocijarse en la perversidad de la noticia, con mostrar la realidad tal cuál es, sin ocultarla. Cuando algún día cronistas e historiadores estudien esta pandemia echarán en falta imágenes que documenten el desastre: tendrán solamente datos estadísticos declarados ante un micrófono por un ministro.

Pero, esta ocultación tiene un inconveniente, tiene un precio, sensibilizar a la sociedad ante un riesgo requiere una información veraz. Recordemos la eficacia de las campañas de la DGT para reducir los accidentes de tráfico: fueron calificadas de muy duras emocionalmente porque acercaba la muerte al público, pero el impacto que provocaba la campaña en la población objetivo fue muy efectivo. Se debería tener presente este principio básico de la prevención de riesgos: nadie se protege contra un riesgo que no percibe.

En el barómetro del CIS del mes de enero de este mismo año veo que el 70% de los españoles se enteran de un acontecimiento extraordinario a través de la TV, un 15% a través de las RRSS y solamente un 6% a través de la prensa y otro 6% a través de la radio. Está claro cuál es el medio predominante y el que puede formar y generar opinión en la sociedad mayoritariamente. Esto explica la impresionante presencia mediática en TV de los ministros y del propio presidente del gobierno con frecuentes y prolongadas comparecencias. Y esta es la razón por la que no quieren que unas dolorosas imágenes les empañen sus edulcorados discursos.

A las televisiones públicas y privadas se les ha olvidado ese principio informativo que suelen llevar a gala y que justifica el gran éxito de la televisión: UNA IMAGEN VALE MÁS QUE MIL PALABRAS.


Algorta, 10 de abril de 2020

Javier Larrea

Este artículo fue publicado en los Blogs de la versión digital del periódico DEIA.
https://blogs.deia.eus/rincondelproteston/2020/04/11/muertos-numericos-por-javier-larrea/


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Error de análisis




El gobierno del Estado ha decretado que se amplíe la paralización de actividades a todas aquellas que no sean consideradas esenciales. El gobierno vasco ha interpretado que esta es una medida contraproducente para la sociedad y que puede ahondar la crisis económica de una forma grave e irrecuperable para la industria vasca.

Esto ha generado un amplio debate social y una división de opiniones entre quienes entienden que cerrar todas las industrias va a ser muy perjudicial, y entre quienes creen que las medidas de confinamiento han de ser lo más rigurosas posibles y alcancen a toda la población sin excepción, excepto a quienes no tengan mas remedio de trabajar para mantener las actividades esenciales.

Creo que se está produciendo un error de análisis. Mucha gente acostumbrada al seguidismo político se cree, sin pensar, lo que les dicen sus líderes políticos. Eso suele ser un comportamiento normal. Pero, ahora no estamos en una situación de normalidad y además se da una circunstancia excepcional: tenemos tiempo para pensar.

Por esto, pido a quienes escuchen los mensajes de quienes siempre están en contra del gobierno que piensen en lo que escuchan, lo reflexionen, tengan su propia opinión y decidan por ellos mismos.

Y uno de los temas que han elegido los partidos de la oposición para producir reacciones contra el gobierno y dividir la sociedad es la letanía de que hay que paralizar toda la actividad productiva de nuestra sociedad.

Empecemos por aclarar que seguimos viviendo en nuestras ciudades y nuestras casas, que no nos hemos ido todos de vacaciones a otra ciudad y al salir hemos cerrado con llave; seguimos viviendo donde vivimos todos los días, queremos seguir disfrutando en la medida de lo posible de nuestro bienestar habitual con seguridad y sin que nos falte de nada.

La sociedad no se ha parado, la vida no se ha detenido, tan solo la vivimos encerrados en nuestros hogares, que no es lo mismo. No hemos paralizado ni cerrado nuestras vidas.

Imagínate que se te rompe un cristal de la ventana de tu salón o del dormitorio de tu hijo. ¿No crees que debe existir la posibilidad de que el cristalero trabaje para poder ponerte un cristal nuevo?

Todos encerrados en casa estamos utilizando nuestros electrodomésticos un 40% más, por lo cual es lógico que se nos estropeen un 40% más. ¿No crees que si a alguien se le estropea la cocina, o el frigorífico o la caldera, el televisor o el ordenador, muchos tienen que trabajar para poder reparar y fabricar y poder reponer esos electrodomésticos?

Si tienes una fuga de agua en tu domicilio, ¿no querrás que alguien la repare, y la compañía de seguros esté abierta para reclamar y que el perito y el fontanero vengan a tu casa?

¿Es tan difícil de entender que muchísimas de las actividades son esenciales para mantener la vida que llevamos? Creo que nadie discute que la producción de energía no puede pararse, la producción de gas, de combustible y de electricidad no debe pararse. Pero, es que,  además, no podemos cerrar la industria química que necesitamos para que fabrique productos como los fertilizantes para agricultura, el jabón y los detergentes, los desinfectantes del agua que bebes del grifo, los productos de limpieza, los medicamentos, los plásticos para que puedas comprar productos envasados en el super, el aluminio para las latas de los refrescos y la cerveza, el vidrio para las botellas, el cartón para los briks, etc., etc., etc...

Y claro, seguro que quieres que el banco en el que tienes tu dinero siga abierto para cobrar tu nómina o tu jubilación y para poder seguir pagando tus facturas. ¿Verdad?

Y así todo!

Ya tenemos en suspenso muchas actividades de las que podemos prescindir: colegios, universidades, cines, teatros, bares, discotecas, espacios deportivos y las calles. Dejemos que sean las propias empresas que no tengan demanda quienes detengan su actividad, como de hecho está ocurriendo, y que las que puedan, sigan su actividad siempre que puedan mantener las condiciones de seguridad y protección de sus trabajadores.

Lo que es importante es que aprendamos a tomar medidas de precaución para que no se contagien quienes deban trabajar.

Los que piden que se han de cerrar todos los centros de trabajo porque hay riesgo de contagio ¿no se dan cuenta que con ese argumento lo primero que habría que cerrar son los hospitales?

¿Os imagináis que el personal sanitario se pone fino y pone sobre la mesa y exige su derecho a evitar el riesgo de contagio?

Suerte tenemos que las trabajadoras (en femenino-genérico porque son mayoría) de hospitales no son como el personal del transporte: líneas aéreas, ferrocarriles o metro, que se ponen de huelga para pedir más salario en los momentos de mayor demanda.


A quienes estéis en casa: ¡Feliz confinamiento!

A quienes salís a trabajar: ¡Mucho cuidado!

Un fuerte aplauso para todos los que cumplen con su misión: a unos por arriesgarse al servicio de los demás, a otros por no arriesgarse quedándose en casa.


28 de marzo de 2020
Javier Larrea

 Este artículo alcanzó el primer puesto en el ranking de Blogs del peródico DEIA
 https://blogs.deia.eus/rincondelproteston/2020/03/28/error-de-analisis-por-javier-larrea/

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