 |
| El malestar social electoral mediante el voto hace caer a los gobiernos |
En la segunda parte de este ensayo expongo algunos casos históricos de como el malestar social provoca la caída de los gobiernos y analizo los casos de malestar en social en España en relación con los partidos que han perdido en la democracia instaurada después de la dictadura franquista.
Casos históricos de malestar social
Serán innumerables los casos que se han dado a lo largo de
la historia en el que el malestar social ha producido vuelcos electorales. Voy
a mencionar brevemente tan solo unos pocos casos casos históricos de malestar
social que han tenido relevancia mundial.
Llegada al poder de Hitler
Se suelen dar explicaciones de estrategia,
habilidad y ambición política para entender el ascenso político de Hitler y el
partido nazi al gobierno de Alemania (República de Weimar) que tenía un régimen
democrático y una constitución. Pero, el crack
del 29 produjo un
desastre económico mundial y con la retirada de los créditos
americanos Alemania entró en una profunda etapa de recesión. Se alcanzaron los seis millones de
desempleados, así que con tal número de parados los partidos convencionales,
conservadores y socialdemócratas perdieron el apoyo de los trabajadores
asalariados y de la burguesía cada vez más pobre. Los comportamientos hostiles y la falta de
capacidad para alcanzar acuerdos entre los partidos democráticos para hacer
frente a los problemas fue un factor adicional determinante para perder el
apoyo de los ciudadanos. En un parlamento muy dividido y mal avenido no hubo
acuerdos para evitar la llegada de los nazis al poder.
No se puede entender la situación si no hablamos de una pérdida
del bienestar social. Para José Luis Pardo (2017):
El malestar social
provocado por la degradación de las estructuras de bienestar social no se habría
convertido en malestar político en el sentido recién enunciado si no hubiese enganchado,
primero, con un «malestar con el Estado de bienestar» que es muy
anterior a la crisis económica, que se expresó ya en momentos de pleno
«bienestar» y que por tanto no está solamente relacionado con las carencias materiales,
y, segundo, con una crítica al Estado de derecho y a los fundamentos del
contrato social sobre el que se sostiene la democracia liberal que tiene raíces
históricas y filosóficas aún más profundas.
Mayo del 68
En palabras de José Luis Pardo “El Mayo del 68 francés supuso
la primera gran explosión del malestar en el estado de bienestar”.
El movimiento de protesta que recorrió Europa, conocido como “Mayo
del 68”, se inició en París con unas manifestaciones de estudiantes que fueron
abordadas de una forma autoritaria por parte del estado francés, al estilo del
General De Gaulle. La contundencia policial en la disolución de las
manifestaciones produjo más conflictos que beneficios, atrayendo la simpatía de
los franceses sobre los estudiantes. Nueve millones de trabajadores se
adhirieron a la convocatoria estudiantil y pusieron en jaque al gobierno. Como
logro de las huelgas se negoció un nuevo salario mínimo industrial y se
consiguieron mejoras en el salario mínimo interprofesional. El presidente De
Gaulle convocó elecciones en junio resultando favorecido, a la par que
perdieron apoyos los partidos de la oposición. Como consecuencia de las
revueltas se propusieron la realización de reformas profundas para atenuar el
malestar de la sociedad francesa.
José Luis
Pardo apunta
las repercusiones políticas y culturales del movimiento de “Mayo del 68”, y va
mucho más allá en su análisis, encontrando en algunos hechos la explicación a
que la sociedad esté dispuesta a apoyar electoramente a opciones que
aprovechándose del malestar contra el Estado de bienestar, están
dispuestas a terminar con el Estado de derecho:
Los objetivos
políticos del movimiento eran inverosímiles (la instauración en Francia del
gobierno de los soviets, la disolución de la familia, etc.), y en ese sentido
pudo parecer una rabieta sin consecuencias políticas (De Gaulle ganó las
elecciones de junio del 68, y tanto el partido comunista como el socialista
perdieron diputados). Pero no fue así, porque sus consecuencias culturales fueron
incalculables, empezando por un arraigado resentimiento hacia el Estado de
bienestar por su carácter social (en el cual los foucaultianos, como
hemos dicho, veían un claro intento de control biopolítico de las poblaciones).
Y, aunque a este respecto sea frecuente hablar de «revolución cultural», el
hecho cierto es que estos movimientos, aunque no consiguiesen reavivar el
conflicto de clases, están en la base de las «guerras culturales» que acabarían
cristalizando, a finales del siglo pasado, en las llamadas «políticas de la
identidad» que, a pesar de su orientación emancipatoria, forman parte ya de las
que podrían llamarse políticas del malestar, en la medida en que,
en su aspecto más «radical», aunque no proponen ningún modelo alternativo al
Estado de bienestar, contribuyen a minar sistemáticamente la figura central del
«sistema» erigido en 1945 en las democracias occidentales avanzadas, que sigue siendo
la del ciudadano autónomo y sujeto de derechos.
Primavera árabe
Se ha dado
este nombre a las manifestaciones populares masivas de protesta iniciadas en
los países árabes de la ribera mediterránea a partir del año 2010 reclamando más
libertades democráticas, menos opresión, más derechos sociales y mejores
condiciones de vida.
Se sitúa
el comienzo de esta primavera cuando un vendedor ambulante tunecino se quemó a
lo bonzo, en protesta por haberle requisado la policía sus mercancías. Este
suceso desencadenó una serie de protestas que comenzaron en Túnez, donde
provocaron la dimisión del presidente Ben Alí, y se propagaron por el mundo
árabe. Se produjeron efectos en casi todos los países árabes, pero en algunos supusieron
grandes cambios: en Egipto cayó el presidente Mubarak, en Libia se acabó con el
régimen de Gadafi, en Yemen de derrocó al rey Alí y en Siria se inició la
guerra que aún dura.
Aunque
estas revueltas fueron fruto de un gran malestar social, se produjeron en
protesta contra sus gobernantes que llevaban muchos años en el poder, pudiéndose
considerar dictaduras, poco tienen que ver con el malestar social electoral
que estoy tratando y que tiene como requisito esencial que se dé en sistemas
democráticos.
Los cambios electorales en España
Para averiguar cuáles son algunos de
los elementos generadores de malestar social entre los electores nada mejor que
repasar la reciente historia de España y repasar las elecciones democráticas en que ha habido un cambio de gobierno, rebuscando que factores podemos identificar en algunos cambios notables de
gobierno.
Expongo en un gráfico la línea
temporal de las elecciones celebradas y los resultados de aquellas elecciones
que han producido cambios de partidos políticos en el gobierno y cambio de
presidente y analizaré cada uno de los cambios que se ha producido. En el
gráfico se recogen solo las elecciones que han dado lugar a una investidura
presidencial.
 |
Gráfico 8- Resultados electorales en las elecciones entre 1977 y 1919 en España Gráfico: Javier Larrea. Elaboración propia. |
Elecciones de 1977 y 1979. Comienza la democracia
Las primeras elecciones democráticas
tras la muerte del dictador se producen en el año 1977; Adolfo Suárez, un
miembro del antiguo régimen designado por el Rey como presidente del gobierno,
articula de forma rápida un partido político, la Unión de Centro Democrático
-UCD-, para presentarse a las elecciones con una línea continuista del sector
conservador del régimen, junto con los miembros más reformistas. Probablemente
por la inercia social y el temor a un cambio político brusco, la UCD, con Suárez
al frente, ganaron esas primeras elecciones.
A pesar del galopante incremento del
desempleo, como puede verse en el grafico 3, la buena imagen del presidente
Suárez obtenida en la gestión democratizadora del gobierno y de las
instituciones le proporciona otro triunfo electoral suficiente para gobernar.
Elecciones de 1982
En 1981, tras cinco años de mandato, dimite Adolfo Suárez como
presidente del Gobierno y de su partido. Unos días después se produjo el golpe militar
del 23 de febrero.
Las elecciones proporcionaron al PSOE una abultada mayoría absoluta de
202 escaños (sobre 350) en el parlamento, manteniendo a la oposición a mucha
distancia, pero como puede verse en el grafico 2, esa victoria no habría podido
ocurrir sin el desmoronamiento del CDS. La caída de UCD no puede atribuirse
solamente a la dimisión de Suárez, pues este había creado un nuevo partido, el
Centro Democrático y Social -CDS- y por tanto sus seguidores podrían
haber seguido votándole.
En realidad,
estas elecciones marcan el fin del franquismo. La pérdida del poder por UCD se
produjo, aparte de por la pérdida de un líder carismático, por haber demostrado
que no era capaz de tener controlado al estamento militar y sus veleidades
golpistas. El golpe de Estado supuso un mazazo para los españoles que habían
empezado su tránsito democrático y no estaban dispuestos a tener un gobierno
que no garantizase los cambios a los que aspiraban. Incluso el rey en el
momento del golpe de estado de 1981 se posicionó en favor de un modelo
democrático lo que supuso un jarro de agua fría para los representantes
políticos que añoraban los tiempos de la dictadura.
Así pues,
este cambio electoral fue fruto del malestar que surgió en los electores
españoles ante el partido gobernante y el temor a la posible pérdida de las
libertades que se estaban estrenando.
Por ello, los ciudadanos provocaron un vuelco electoral de tal magnitud;
apostaron con su voto, por un partido que proclamaba un cambio que garantizaba
no volver jamás al pasado.
Elecciones de 1996. La caída de Felipe Gonzalez
El PSOE estaba gobernando cómodamente desde
1982. Aunque en cada contienda electoral iba perdiendo votos mantenía la
hegemonía electoral.
España había firmado el Tratado de
adhesión a la Unión europea; se había recuperado en parte el empleo de la crisis
de los 80 pero, a partir de 1991 el desempleo vuelve a crecer hasta casi el 25%
en 1994; muchos españoles se han desengañado de un socialismo descafeinado;
España ha entrado en la OTAN en contra de las promesas electorales; el vicepresidente
Alfonso Guerra muy unido a la imagen del presidente, ha tenido que dimitir por
un problema de nepotismo y corrupción de su hermano; se han destapado los
escándalos de financiación ilegal del partido (Filesa, Matesa y Time-Export); y
se ha descubierto la trama de terrorismo de Estado del GAL, en el que están
implicados algunos ministros. La situación no puede ser peor, a la operación de
acoso y derribo del presidente González que supuestamente llevan a cabo algunos
directores de los periódicos más influyentes, se suma la “operación chantaje”
del banquero Mario Conde contra el presidente del gobierno. Todos los días
amanecen con alguna nueva noticia de corrupción del gobierno, del partido o de
algunos de sus dirigentes. Para Jorge Vilches: “La sensación
general era que la corrupción se había instalado en el sistema por obra y
gracia del PSOE. El impacto en la opinión del electorado fue
determinante”. En ese escenario no queda más opción
que convocar elecciones. La oposición política de José María Aznar en un
Partido Popular crecido, aprovecha cada uno de estos escándalos para minar la
figura de Gonzalez.
Los medios de comunicación con sus
noticias contribuyen al descrédito del presidente, al desprestigio del gobierno
y a generar un importante malestar.
El PSOE, pierde las elecciones; la
causa es la pérdida de confianza del presidente para sus electores. El malestar
generado, en este caso es consecuencia de las afirmaciones que los ciudadanos
consideran mentiras. Mentiras para justificar la corrupción, que es sancionada
por la justicia; mentiras para negar el terrorismo de estado que es condenada
por los tribunales; mentiras que son reprobadas por los electores mediante su
voto.
Elecciones del 14M de 2004. EL PP pierde las
elecciones.
El presidente José María Aznar, que
ganó las elecciones en 1996 revalidó su mandato en el año 2.000 con mayoría
absoluta y contaba con las encuestas a favor para que el Partido Popular con el
candidato Mariano Rajoy al frente ganase las elecciones de 2004. Sin embargo,
el 14 de marzo se produjo un vuelco electoral sin precedentes en la historia de
la democracia española, en contra de todos los sondeos previos. La razón hay que encontrarla a partir de los
atentados terroristas ocurridos en los trenes de cercanías de Madrid en la
mañana del día 11 de marzo, que produjeron una masacre que sumó 191 muertes.
Los atentados de origen yihadista se produjeron como castigo a España por su
participación en la guerra contra Irak, llevada a cabo por una coalición
internacional, en la que el presidente Aznar había adquirido un papel
protagonista y había realizado falsas afirmaciones de que el gobierno de Irak
tenía armas de destrucción masiva. La sociedad española se había movilizado
masivamente contra la participación de España en la guerra, por lo que, en
cuanto ocurrieron los atentados, el gobierno del PP intentando evitar esa
relación potencialmente perjudicial para sus intereses, decidió maniobrar
rápidamente para culpar burdamente a la organización terrorista ETA de los
atentados. A pesar de las evidencias y testimonios de que el atentado había
sido ocasionado por una célula yihadista, el gobierno perseveró y defendió esa
teoría en sus comparecencias y ruedas de prensa, que no fue aceptada por la
opinión pública.
Dos días después del atentado, el
sábado, el día antes de las elecciones, en el declarado día de reflexión
lectora en el que queda en suspenso la campaña electoral y no están permitidas
las actividades electorales, se organizó un acto de protesta ciudadana ante el
PP, y Alfredo Rubalcaba responsable de la campaña electoral del PSOE declaró: "Los ciudadanos españoles merecen
un Gobierno que no les mienta, que les diga siempre la verdad (…)”
Esta convocatoria de protesta pudo
tener una gran repercusión, por primera vez en España se convocaba a una
concentración través de las NTIC. En el artículo de Pablo Iglesias “EL
HILO ROJO. La revuelta contra el gobierno Aznar tras los atentados del 11 de
marzo de 2004” analiza
la movilización madrileña en contra del gobierno Aznar:
En el presente artículo analizaremos
algunos elementos de la revuelta madrileña contra el Gobierno Aznar el 13 de
marzo de 2004, para explicar cómo un acontecimiento aparentemente inserto en un
proceso de confrontación política estatal, adquiere significación como crisis
sistémica a partir de su redimensión en un proceso de confrontación política
global. El desarrollo de las NTIC (Nuevas Tecnologías de la Información y las
Comunicaciones) en un contexto de Globalización política y económica del
Capitalismo, ha permitido a los nuevos movimientos antisistémicos trascender
las dimensiones nacionales no solo en sus discursos, sino también en sus
repertorios de acción colectiva mediante la construcción de espacios
multiescalares de significado.
Pablo Iglesias declara en el artículo
citado: “El 13-M no fue una maniobra dirigida a provocar un vuelco
electoral”, pero sin embargo fue esto lo que ocurrió. Esa manifestación
tuvo el efecto de que toda la sociedad se enterase de que el gobierno estaba
mintiendo y esto para una parte del electorado supone un fraude de la confianza
depositada y produce un malestar social.
Resultado electoral del 14M: el
partido en el gobierno, el PP, pierde las elecciones. Los periódicos del
lunes 15 de marzo de 2014 ofrecen distintos titulares según su afinidad
política, El Mundo titula “El voto de castigo dio la victoria al PSOE”,
y el ABC, “El PSOE gana
las elecciones bajo la conmoción del 11-M”; pero solo los periódicos extranjeros señalan la
causa con más precisión y libertad informativa, como el francés Libération:
“EL PRECIO DE LA MENTIRA”, y el
ginebrino liberal Le Temps que se refiere al resultado electoral como: “EL
PRECIO DE UNA MANIPULACIÓN DE ESTADO”.
El vuelco electoral de las
elecciones ha sido la consecuencia de un malestar social de los electores que
percibieron una mentira persistente que no era una mentira ingenua, era una
falsedad, cargada de intención interesada que hurtaba la verdad a la sociedad.
Elecciones del 20N 2011. Caída del Gobierno de
Zapatero
José Luis Rodríguez Zapatero, ganador
de las primarias del PSOE que llegó al poder por las mentiras del PP tras los
atentados del 11M se encontró con una situación económica boyante, por debajo
de los 2 millones de parados. Su gestión, reconocida por la aprobación de leyes
progresistas, sociales, y por la igualdad, quedó empañado por la llegada de la
crisis financiera mundial agravada en España por la crisis del ladrillo y
alcanzar la cifra de los 5 millones de parados al final de su mandato, cifra
nunca antes alcanzada.
Los malos resultados electorales, los
peores de la historia del PSOE hasta entonces (tan solo 110 parlamentarios) se
pueden interpretar, en parte, como el castigo a la gestión económica que negó
la llegada de la crisis lo que impidió la adoptación de las medidas oportunas.
Nuevamente nos encontramos ante una
mala gestión que se intenta ocultar mediante la negación y la mentira lo que
produce un malestar social en los votantes que deciden apear mediante el
ejercicio de su voto a su gobierno actual para que otro tome las riendas.
Pero, hay que tener presente que, en
esta brusca caída histórica del PSOE, que obtuvo tan malos resultados, jugó un
papel destacado el reciente “movimiento 15M” que describen Perugorria y
Tejerina (2019):
“En marzo de 2011 los estudiantes universitarios
convocaron una huelga general. Miles de estudiantes marcharon por todo el país
en protesta contra la tasa de desempleo, la precariedad laboral, el aumento de
las tasas académicas, el plan Bolonia y los recortes en el presupuesto de
educación. Al cabo de unos días, la plataforma “Juventud Sin Futuro” organizó
una manifestación contra la crisis económica y contra la partitocracia
bipartidista “PPSOE”. El eslogan era: “Sin Casa, Sin Curro, Sin Pensión, Sin
Miedo”
(…)
Desde el 15 de Mayo de 2011, el “movimiento 15M,” como
ha venido a llamarse por su fecha de inicio, o de los indignados, como los
medios de comunicación apelaron trivialmente a sus participantes, han servido
de estandarte para las movilizaciones en Europa, el área Mediterránea y los
Estados Unidos. Transmitidos a través de las últimas tecnologías de la
información y la comunicación por parte de espectadores, participantes
individuales y, de forma más sistemática y estratégica, por su Comisión de
Extensión Internacional, los lemas, las actividades y las características
organizativas del 15M se transmitieron rápidamente al resto del mundo.”
Este movimiento no solo tuvo
influencia en estas elecciones. De su nacimiento se derivó la creación de un
partido político, Podemos, que en las siguientes elecciones jugó un papel
sustancial en la imposibilidad de continuar con el juego de alternancia en el
poder que habían institucionalizado los dos partidos mayoritarios. De hecho, la
presencia de Podemos, (calificada de desestabilizadora por sus opositores) fue
determinante para que se hubiesen de repetir las elecciones en 2016.
Elecciones de 2019. Caída del Gobierno del PP
Tras la victoria de M. Rajoy en
las elecciones de 2011 con mayoría absoluta, la honestidad del PP comienza a
verse en entredicho por la aparición continua de casos de corrupción que se van
judicializando. En los comicios de 2015 con la presencia en el parlamento de los
dos nuevos partidos, Ciudadanos y Podemos, el PP obtiene una escasa victoria sobre
el PSOE que no le permite formar gobierno y le obliga a convocar nuevas
elecciones en 2016, donde consigue el apoyo de un convulso PSOE para investir a
M. Rajoy como presidente del gobierno. El PP se ha visto sometido a algo
inédito en la historia de la democracia: la fuerza de dos nuevos partidos,
Ciudadanos y Podemos, que se autoproclaman como progresistas, que hacen
culpables a los dos partidos mayoritarios de los males que acontecen a la
política española y que manifiestan con vehemencia que vienen a luchar contra
la corrupción en la política y anuncian el final del bipartidismo.
Como le ocurrió al PSOE en la
década de los 90, los continuos y abundantes casos de corrupción son de tal
envergadura que no hay manera de taparlos. Comisiones por contratos, sobres
para los dirigentes, financiación ilegal del partido, contabilidad B, donativos
irregulares, cuentas en Suiza y paraísos fiscales, muchos exministros imputados
y condenados y dirigentes encarcelados, eran noticia continua en los medios de
comunicación. En 2018 una sentencia del Tribunal Supremo -TS-culpa directamente
al Partido Popular
como
partícipe a título lucrativo en el caso Gurtel y ante ese
escenario el PSOE, estimulado por Podemos, interpuso una moción de censura
contra el presidente Rajoy. La moción de censura triunfó y se invistió
presidente a Pedro Sanchez con el apoyo de una amalgama de partidos que nunca
antes se había visto.
Al año siguiente, en 2019 Sanchez
no consiguió los apoyos necesarios para apoyar los presupuestos y se vio
obligado a convocar nuevas elecciones que hubieron de repetirse en unos meses.
Estas últimas elecciones celebradas el 10N de 2019 dieron como resultado la
renovación de Pedro Sánchez como presidente del gobierno en un parlamento tan
atomizado como nunca antes se había conocido.
En este caso, la caída del
gobierno del PP (en la moción de censura), no se produjo directamente por la
intervención de los ciudadanos en las urnas, sino por la suma aritmética de
escaños de los partidos representados en el Parlamento, para superar los apoyos
del presidente Rajoy. Las dificultades ideológicas para la adhesión de muchos
partidos nacionalistas e independentistas o de izquierda republicana al PSOE
fueron superadas por la dirección de esos partidos, ante el clamor popular de
sus afiliados que reclamaban ante todo echar al PP de las instituciones para
acabar con una época plagada de corrupción. Así que también en este caso el
malestar social que produjo la corrupción fue la de un cambio de gobierno. Ese
malestar de los electores se hizo patente en las elecciones de 2019 en que los
votos colocaron al PP en los peores resultados de su historia.
Conclusiones
Como consecuencia de los
malestares sociales analizados en las elecciones en los que el resultado ha
sido un cambio de gobierno podría concluir que en la mayor parte de los casos
la crispación social, el malestar social, se ha traducido en un castigo o
reprobación de la gestión con una consecuente retirada de la confianza que se
plasma en la retirada del poder confiado a ese partido, a su presidente y a su
equipo de gobierno. El objetivo a conseguir era que el partido en el gobierno
no continuase en el gobierno.
Para que el malestar social
produzca efectos en una elección es necesario que la causa del malestar social
se atribuya al partido del gobierno o a su líder. Se ha de hacer recaer en
ellos la responsabilidad y la culpabilidad de causar ese mal, ese malestar o
esa pérdida de bienestar.
Para que la sensación de malestar
arraigue se precisa de un catalizador social, es decir, aquel elemento que
convierta uno o varios hechos en dignos de ser presentados a la sociedad como
censurables o reprobables. Este catalizador obtendrá mejores resultados en
cuanto que pueda presentarse a sí mismo como creíble, independiente y
prestigioso, atributos que son cada vez más difíciles de reunir conjuntamente. Algunos
ejemplos de catalizadores han sido: los partidos políticos, los sindicatos, los
movimientos sociales (como el movimiento anti desahucios o actualmente el
movimiento feminista), y los cada vez más desprestigiados medios de
comunicación. Ahora hay que tener también en cuenta la capacidad y el poder
pretendidamente anónimo de las redes sociales.
El malestar social electoral, lo
es en tanto en cuanto, se manifiesta en el momento de emitir el voto, pero su
gestación puede ser de maduración lenta. Por ejemplo, en el caso, de la última caída
del Partido Popular hubo un detonante que fue la condena del TS al PP, pero el
malestar social contra la corrupción se había gestado durante un largo periodo
de tiempo siendo alimentado con persistencia por los otros partidos políticos y
algunos medios de comunicación.
Según mi tesis, aunque en
apariencia hay quien se proclama vencedor tras conocer los resultados de las
elecciones, en realidad, los gobiernos no se ganan, sino que se pierden. Como
decía Maquiavelo, no importa cómo se llega a ser Príncipe, lo importante es no
dejar de serlo, y hacia ello van encaminados sus principales consejos.
Lamentablemente, no tenemos costumbre de que los partidos que pierden el
gobierno se reconozcan como responsables de esta pérdida y suelen tardar
bastante tiempo en asumir su derrota además de atribuir ese hecho a acciones
ilegitimas de la oposición.
La tesis expuesta en este ensayo
no descarta la opción contraria, es decir, que en algún caso se produzca una
movilización ciudadana mayoritaria en contra de que alguna determinada opción
política que se pueda considerar como nociva o perniciosa llegue al poder. Esta
acción suele ejercitarse mediante la aglutinación del voto útil. Pero, esto
sería un tema para otro artículo.
Más allá de las conclusiones
Tras la crisis sanitaria que
estamos viviendo es difícil evaluar las repercusiones económicas y la forma en
que se van a abordar y que efectos pueda acarrear en la política general. De
ello dependerá la convocatoria de elecciones tempranas o el intento de
prolongar la legislatura. Habrá que ver cómo evolucionan los principales
movimientos sociales: feminismo, ecologismo, antiglobalización, en la sociedad
marcada por el síndrome post coronavirus.
Está por ver el devenir del
movimiento político del 15M que evolucionó hasta la creación de un partido
político, “Podemos”, que ha culminado una trayectoria de éxito llegando al
gobierno en tan solo 5 años desde su fundación. Este movimiento actuó como
neutralizador de la extrema derecha, pero esa contención social ha dejado de
funcionar. Ahora, en el poder está sorteando con dificultades, ante sus
seguidores, los rígidos principios ideológicos con que nació. Como asegura Benjamín Tejerina:
“Cuando
la identidad de un movimiento se lleva al terreno de los principios, una
excesiva concreción de estos puede tener como resultado una fragmentación del
movimiento. Una calculada indefinición, para no poner en riesgo la identidad es
una estrategia socialmente productiva, en el sentido de que puede evitar un
proceso de debilitamiento de la movilización”
Cualquiera de las dos posturas,
la ortodoxia de sus principios o el pragmatismo de la indefinición, le costará
muchos votos y una pérdida de relevancia política, lo que nos conducirá a que
los partidos del bipartidismo recuperen fuerzas y escaños.
Un movimiento social que ha mostrado su fortaleza en las calles ha sido el movimiento feminista, pero, sin embargo, no parece que vaya a tener especial relevancia en los cambios electorales estatales. La causa la apunta María Martinez:
“El movimiento feminista en España está fuertemente marcado por la división territorial del propio Estado.”
El informe FOESSA refiriéndose a la crisis económica plantea una hipótesis que también es de aplicación en la salida de la crisis del coronavirus:
“La salida de la crisis –la dirección
en la que tal salida se produzca– y el rumbo que la sociedad española escoja en
el futuro van a depender en gran medida del tono moral que en estos años de
crisis vayamos desarrollando”.
Y menciona nuestra responsabilidad como votantes:
(…) quienes trabajamos a cambio de un salario o nos ganamos la vida en actividades autónomas; las personas que encontramos en los sindicatos, en el funcionariado, en la universidad, en los partidos, en las manifestaciones, en los colegios electorales… Es por ello que tienen (tenemos) la capacidad de ejercer como votantes decisivos.
Lo que se aprecia es que se está dando
una oposición muy dura que tratará de obtener réditos electorales culpando de
todo lo que ocurra al partido en el gobierno. Especialmente desde las posturas
más extremistas de los partidos de derechas.
Puede entrar en escena otro malestar social que apenas he
apuntado: la fatiga de la democracia, la incapacidad de los partidos
democráticos para dar soluciones a los problemas de malestar social. En este
sentido, es digna de mencionar la obra Poderes salvajes de Ferrajoli que en
palabras del prologuista Perfecto Andrés Ibáñez analiza “lo que podría
llegar a ser auténtica voladura, mediante el uso desviado de los instrumentos
de la democracia política, de —con todas sus deficiencias— un estado
constitucional”:
“En realidad
estamos, no simplemente, como a veces se sostiene, ante la alteración de hecho
del sistema parlamentario en sistema presidencial, sino frente a algo bastante
más grave y profundo: un cambio de sistema. Cuando la identificación entre jefe
y pueblo no es solo una tesis propagandística, sino que se propone como un
rasgo institucional y como una fuente de legitimación de los poderes públicos,
el populismo equivale a un nuevo y específico modelo de sistema político.
Corresponde a esa forma degenerada de democracia que Aristóteles llamó
«demagogia» y definió, con extraordinaria lucidez, como el régimen en el que
«el soberano es el pueblo y no la ley [...] los muchos tienen el poder o como individuos,
sino en conjunto». En tal concepción del pueblo como «conjunto» y en
la identificación del jefe con él
reside el rasgo característico del fascismo.”
Este
temor no era real hasta hace poco, como puede verse en el siguiente gráfico,
donde se preguntaba sobre la aceptación de un partido político xenófobo antes
de que existiese. Los españoles durante muchos años no creyeron que tendría éxito un partido político racista.
 |
Gráfico 9- Elaboración: Informe FOESSA 2019. Fuente CIS.
|
Hoy,
ya lo hay, ya existe; tiene más de 50 representantes en el parlamento español y está creciendo.
Pardo,
José Luis (2017) Op. cit.
Ferrajoli,
Luigi (2011). Poderes salvajes. La
crisis de la democracia constitucional.
Ed. Minima Trotta. p. 47.
Bibliografía
CIS. BARÓMETRO DE ENERO 2020 Estudio nº 3271. Enero, 2020.
Ferrajoli, Luigi (2011). Poderes salvajes. La crisis de la democracia constitucional. Ed. Minima Trotta.
Foucaut, M. ("La «gouvemementalité»"; curso del College de France, año 1977-1978. «Seguridad, territorio y población», 4° lección, 1 de febrero de 1978), Aut-Aut, n° 167-168, septiembre-diciembre de 1978, págs. 12-29.
https://web.archive.org/web/20051227121806/http://www.elseminario.com.ar/biblioteca/foucault_gubernamentalidad.htm Acceso, 7 abril 2020.
IGLESIAS TURRIÓN, PABLO (2006). Tabula Rasa. Bogotá - Colombia, No.4: 123-143, enero-junio de 2006.
Machiavellli, Niccoló. El Príncipe. Espasa Calpe S.A. Colección Austral, 1939.
Pardo, José Luis (2017) La era de la Perplejidad: Repensar el mundo que conocíamos. El malestar en la política. Madrid, BBVA, OpenMind, Penguin Random House Grupo Editorial.
Pérez, Fernández del Castillo, Germán. (2008) Modernización y desencanto: los efectos de la modernización mexicana en la subjetividad y la gobernabilidad, Editorial Miguel Ángel Porrúa.
Perugorría, I. & Tejerina, B. (2019). Identidades sincronizadas. Construcción del Espacio de Movilización del 15M en España.
Vilches, Jorge (2016) Libertad digital. https://www.libertaddigital.com/opinion/historia/asi-perdio-el-psoe-las-elecciones-1276239584.html
Zubero, I. & Silvestre, M. (coord. 19) Informe FOESSA.
Este ensayo fue elaborado en abril de 2020.