domingo, 20 de diciembre de 2020

Los efectos adversos de la vacuna

Resulta que, según el Deustobarómetro, el 40,5% de los vascos (genérico inclusivo) no piensa ponerse la vacuna de la covid-19, y un 10% esperará un tiempo antes de hacerlo.

Se dan todo tipo de explicaciones: que es experimental, que no quieren ser conejillos de indias, que no es segura, que no se saben sus efectos adversos, que solo es negocio para las farmacéuticas, que no tiene prospecto, etc…, por no mencionar algunas más peregrinas, como la de que que nos van a inocular un chip para controlar a la sociedad.

Por otra parte, se puede leer en los informes del Gobierno Vasco sobre drogas y adicciones que un 32% de la población vasca consume tabaco diariamente y que un 35% ha consumido drogas ilegales. Y del alcohol ni hablamos, que lo consume el 70%. 

El barómetro de diciembre de 2020 del CIS -Centro de Investigaciones sociológicas-, informa que el 28% de los españoles no desea ponerse la vacuna y otro 14% pone algunas condiciones para vacunarse. Los datos de España sobre consumo de drogas no son muy diferentes de los de Euskadi; según el Informe del Ministerio de Sanidad y Consumo de 2019 sobre Alcohol, Tabaco y Drogas Ilegales en España, el 34% de la población española entre 15 y 65 años consume tabaco a diario, el 64% ha consumido alcohol en el último mes y el 26% ha consumido cannabis en el último año. En 2018, el 52% de los ingresos en urgencias hospitalarias relacionada con las drogas fueron debidos a la cocaína que junto con el cannabis (49,4%) son las sustancias ilegales con mayor presencia en este indicador.

Ahora, ya nos podemos reír abiertamente de la incongruencia o incoherencia de quién no se fía de un producto farmacéutico elaborado en un laboratorio con las máximas medidas higiénico-sanitarias y suministrada por profesionales de la salud con todas las medidas profilácticas posibles, pero se fía de un polvo blanco fabricado en la selva de Colombia, comprado en un piso franco a un camello que trabaja para una organización de narcotraficantes; o que se fuma mezclado con tabaco una pasta de color chocolate que puede estar mezclada con mierda de camello (animal) que ha comprado al camello (humano) de la esquina.

También podemos partirnos de risa de quien dice que la vacuna no tiene prospecto o que no se saben las secuelas de la vacuna pero hace caso omiso de las advertencias de las cajetillas de los cigarrillos y donde se advierte claramente de las secuelas de fumar ese producto (en el que ni tan siquiera pueden poner tabaco en su envoltorio porque tiene un 70% de sustancias que no son tabaco y no nos cuentan).

Me imagino que también harían muchas risas, aunque no creo que les hiciese gracia, los camellos a los que se les pida el prospecto de las pastillas.

Por supuesto, es legítimo no querer vacunarse. Mis risas y reflexiones no van dirigidas a ellos, solamente a quienes mantienen las incoherencias a las que me he referido.

Y me pregunto qué puede pasar por la cabeza de quien se niega a participar en el lucro de la industria farmacéutica y no tiene inconveniente alguno en consumir drogas ilegales y enriquecer a los cárteles del narcotráfico.

Resultaría divertido que a partir de ahora al consumir drogas (legales o ilegales) solicitemos el prospecto. Ejemplo: Antón, pon dos crianzas, un zurito y un Verdejo. ¡Ah, y los prospectos!

Publicado el 20 de diciembre de 2020

sábado, 12 de diciembre de 2020

EL MALESTAR SOCIAL ELECTORAL (Parte II)

El malestar social electoral mediante el voto hace caer a los gobiernos
En la segunda parte de este ensayo expongo algunos casos históricos  de como el malestar social provoca la caída de los gobiernos y analizo los casos de malestar en social en España en relación con los partidos que han perdido en la democracia instaurada después de la dictadura franquista.

Casos históricos de malestar social

Serán innumerables los casos que se han dado a lo largo de la historia en el que el malestar social ha producido vuelcos electorales. Voy a mencionar brevemente tan solo unos pocos casos casos históricos de malestar social que han tenido relevancia mundial.

Llegada al poder de Hitler

Se suelen dar explicaciones de estrategia, habilidad y ambición política para entender el ascenso político de Hitler y el partido nazi al gobierno de Alemania (República de Weimar) que tenía un régimen democrático y una constitución. Pero, el crack del 29 produjo un desastre económico mundial y con la retirada de los créditos americanos Alemania entró en una profunda etapa de recesión. Se alcanzaron los seis millones de desempleados, así que con tal número de parados los partidos convencionales, conservadores y socialdemócratas perdieron el apoyo de los trabajadores asalariados y de la burguesía cada vez más pobre. Los comportamientos hostiles y la falta de capacidad para alcanzar acuerdos entre los partidos democráticos para hacer frente a los problemas fue un factor adicional determinante para perder el apoyo de los ciudadanos. En un parlamento muy dividido y mal avenido no hubo acuerdos para evitar la llegada de los nazis al poder.

No se puede entender la situación si no hablamos de una pérdida del bienestar social. Para José Luis Pardo (2017)[1]:
El malestar social provocado por la degradación de las estructuras de bienestar social no se habría convertido en malestar político en el sentido recién enunciado si no hubiese enganchado, primero, con un «malestar con el Estado de bienestar» que es muy anterior a la crisis económica, que se expresó ya en momentos de pleno «bienestar» y que por tanto no está solamente relacionado con las carencias materiales, y, segundo, con una crítica al Estado de derecho y a los fundamentos del contrato social sobre el que se sostiene la democracia liberal que tiene raíces históricas y filosóficas aún más profundas.

Mayo del 68

En palabras de José Luis Pardo “El Mayo del 68 francés supuso la primera gran explosión del malestar en el estado de bienestar”.

El movimiento de protesta que recorrió Europa, conocido como “Mayo del 68”, se inició en París con unas manifestaciones de estudiantes que fueron abordadas de una forma autoritaria por parte del estado francés, al estilo del General De Gaulle. La contundencia policial en la disolución de las manifestaciones produjo más conflictos que beneficios, atrayendo la simpatía de los franceses sobre los estudiantes. Nueve millones de trabajadores se adhirieron a la convocatoria estudiantil y pusieron en jaque al gobierno. Como logro de las huelgas se negoció un nuevo salario mínimo industrial y se consiguieron mejoras en el salario mínimo interprofesional. El presidente De Gaulle convocó elecciones en junio resultando favorecido, a la par que perdieron apoyos los partidos de la oposición. Como consecuencia de las revueltas se propusieron la realización de reformas profundas para atenuar el malestar de la sociedad francesa.

José Luis Pardo[2] apunta las repercusiones políticas y culturales del movimiento de “Mayo del 68”, y va mucho más allá en su análisis, encontrando en algunos hechos la explicación a que la sociedad esté dispuesta a apoyar electoramente a opciones que aprovechándose del malestar contra el Estado de bienestar[3], están dispuestas a terminar con el Estado de derecho:

 

Los objetivos políticos del movimiento eran inverosímiles (la instauración en Francia del gobierno de los soviets, la disolución de la familia, etc.), y en ese sentido pudo parecer una rabieta sin consecuencias políticas (De Gaulle ganó las elecciones de junio del 68, y tanto el partido comunista como el socialista perdieron diputados). Pero no fue así, porque sus consecuencias culturales fueron incalculables, empezando por un arraigado resentimiento hacia el Estado de bienestar por su carácter social (en el cual los foucaultianos, como hemos dicho, veían un claro intento de control biopolítico de las poblaciones). Y, aunque a este respecto sea frecuente hablar de «revolución cultural», el hecho cierto es que estos movimientos, aunque no consiguiesen reavivar el conflicto de clases, están en la base de las «guerras culturales» que acabarían cristalizando, a finales del siglo pasado, en las llamadas «políticas de la identidad» que, a pesar de su orientación emancipatoria, forman parte ya de las que podrían llamarse políticas del malestar, en la medida en que, en su aspecto más «radical», aunque no proponen ningún modelo alternativo al Estado de bienestar, contribuyen a minar sistemáticamente la figura central del «sistema» erigido en 1945 en las democracias occidentales avanzadas, que sigue siendo la del ciudadano autónomo y sujeto de derechos.

Primavera árabe

Se ha dado este nombre a las manifestaciones populares masivas de protesta iniciadas en los países árabes de la ribera mediterránea a partir del año 2010 reclamando más libertades democráticas, menos opresión, más derechos sociales y mejores condiciones de vida.

Se sitúa el comienzo de esta primavera cuando un vendedor ambulante tunecino se quemó a lo bonzo, en protesta por haberle requisado la policía sus mercancías. Este suceso desencadenó una serie de protestas que comenzaron en Túnez, donde provocaron la dimisión del presidente Ben Alí, y se propagaron por el mundo árabe. Se produjeron efectos en casi todos los países árabes, pero en algunos supusieron grandes cambios: en Egipto cayó el presidente Mubarak, en Libia se acabó con el régimen de Gadafi, en Yemen de derrocó al rey Alí y en Siria se inició la guerra que aún dura.

Aunque estas revueltas fueron fruto de un gran malestar social, se produjeron en protesta contra sus gobernantes que llevaban muchos años en el poder, pudiéndose considerar dictaduras, poco tienen que ver con el malestar social electoral que estoy tratando y que tiene como requisito esencial que se dé en sistemas democráticos.


Los cambios electorales en España

Para averiguar cuáles son algunos de los elementos generadores de malestar social entre los electores nada mejor que repasar la reciente historia de España y repasar las elecciones democráticas en que ha habido un cambio de gobierno, rebuscando que factores podemos identificar en algunos cambios notables de gobierno.

Expongo en un gráfico la línea temporal de las elecciones celebradas y los resultados de aquellas elecciones que han producido cambios de partidos políticos en el gobierno y cambio de presidente y analizaré cada uno de los cambios que se ha producido. En el gráfico se recogen solo las elecciones que han dado lugar a una investidura presidencial. 

Gráfico 8- Resultados electorales en las elecciones entre 1977 y 1919 en España
Gráfico: Javier Larrea. Elaboración propia.

Elecciones de 1977 y 1979. Comienza la democracia

Las primeras elecciones democráticas tras la muerte del dictador se producen en el año 1977; Adolfo Suárez, un miembro del antiguo régimen designado por el Rey como presidente del gobierno, articula de forma rápida un partido político, la Unión de Centro Democrático -UCD-, para presentarse a las elecciones con una línea continuista del sector conservador del régimen, junto con los miembros más reformistas. Probablemente por la inercia social y el temor a un cambio político brusco, la UCD, con Suárez al frente, ganaron esas primeras elecciones.

A pesar del galopante incremento del desempleo, como puede verse en el grafico 3, la buena imagen del presidente Suárez obtenida en la gestión democratizadora del gobierno y de las instituciones le proporciona otro triunfo electoral suficiente para gobernar.

Elecciones de 1982

En 1981, tras cinco años de mandato, dimite Adolfo Suárez como presidente del Gobierno y de su partido. Unos días después se produjo el golpe militar del 23 de febrero.
Las elecciones proporcionaron al PSOE una abultada mayoría absoluta de 202 escaños (sobre 350) en el parlamento, manteniendo a la oposición a mucha distancia, pero como puede verse en el grafico 2, esa victoria no habría podido ocurrir sin el desmoronamiento del CDS. La caída de UCD no puede atribuirse solamente a la dimisión de Suárez, pues este había creado un nuevo partido, el Centro Democrático y Social -CDS- y por tanto sus seguidores podrían haber seguido votándole.
En realidad, estas elecciones marcan el fin del franquismo. La pérdida del poder por UCD se produjo, aparte de por la pérdida de un líder carismático, por haber demostrado que no era capaz de tener controlado al estamento militar y sus veleidades golpistas. El golpe de Estado supuso un mazazo para los españoles que habían empezado su tránsito democrático y no estaban dispuestos a tener un gobierno que no garantizase los cambios a los que aspiraban. Incluso el rey en el momento del golpe de estado de 1981 se posicionó en favor de un modelo democrático lo que supuso un jarro de agua fría para los representantes políticos que añoraban los tiempos de la dictadura.
Así pues, este cambio electoral fue fruto del malestar que surgió en los electores españoles ante el partido gobernante y el temor a la posible pérdida de las libertades que se estaban estrenando.  Por ello, los ciudadanos provocaron un vuelco electoral de tal magnitud; apostaron con su voto, por un partido que proclamaba un cambio que garantizaba no volver jamás al pasado.

Elecciones de 1996. La caída de Felipe Gonzalez

El PSOE estaba gobernando cómodamente desde 1982. Aunque en cada contienda electoral iba perdiendo votos mantenía la hegemonía electoral.

España había firmado el Tratado de adhesión a la Unión europea; se había recuperado en parte el empleo de la crisis de los 80 pero, a partir de 1991 el desempleo vuelve a crecer hasta casi el 25% en 1994; muchos españoles se han desengañado de un socialismo descafeinado; España ha entrado en la OTAN en contra de las promesas electorales; el vicepresidente Alfonso Guerra muy unido a la imagen del presidente, ha tenido que dimitir por un problema de nepotismo y corrupción de su hermano; se han destapado los escándalos de financiación ilegal del partido (Filesa, Matesa y Time-Export); y se ha descubierto la trama de terrorismo de Estado del GAL, en el que están implicados algunos ministros. La situación no puede ser peor, a la operación de acoso y derribo del presidente González que supuestamente llevan a cabo algunos directores de los periódicos más influyentes, se suma la “operación chantaje” del banquero Mario Conde contra el presidente del gobierno. Todos los días amanecen con alguna nueva noticia de corrupción del gobierno, del partido o de algunos de sus dirigentes. Para Jorge Vilches[4]: La sensación general era que la corrupción se había instalado en el sistema por obra y gracia del PSOE. El impacto en la opinión del electorado fue determinante”. En ese escenario no queda más opción que convocar elecciones. La oposición política de José María Aznar en un Partido Popular crecido, aprovecha cada uno de estos escándalos para minar la figura de Gonzalez.

Los medios de comunicación con sus noticias contribuyen al descrédito del presidente, al desprestigio del gobierno y a generar un importante malestar.

El PSOE, pierde las elecciones; la causa es la pérdida de confianza del presidente para sus electores. El malestar generado, en este caso es consecuencia de las afirmaciones que los ciudadanos consideran mentiras. Mentiras para justificar la corrupción, que es sancionada por la justicia; mentiras para negar el terrorismo de estado que es condenada por los tribunales; mentiras que son reprobadas por los electores mediante su voto.

Elecciones del 14M de 2004. EL PP pierde las elecciones.

El presidente José María Aznar, que ganó las elecciones en 1996 revalidó su mandato en el año 2.000 con mayoría absoluta y contaba con las encuestas a favor para que el Partido Popular con el candidato Mariano Rajoy al frente ganase las elecciones de 2004. Sin embargo, el 14 de marzo se produjo un vuelco electoral sin precedentes en la historia de la democracia española, en contra de todos los sondeos previos.  La razón hay que encontrarla a partir de los atentados terroristas ocurridos en los trenes de cercanías de Madrid en la mañana del día 11 de marzo, que produjeron una masacre que sumó 191 muertes. Los atentados de origen yihadista se produjeron como castigo a España por su participación en la guerra contra Irak, llevada a cabo por una coalición internacional, en la que el presidente Aznar había adquirido un papel protagonista y había realizado falsas afirmaciones de que el gobierno de Irak tenía armas de destrucción masiva. La sociedad española se había movilizado masivamente contra la participación de España en la guerra, por lo que, en cuanto ocurrieron los atentados, el gobierno del PP intentando evitar esa relación potencialmente perjudicial para sus intereses, decidió maniobrar rápidamente para culpar burdamente a la organización terrorista ETA de los atentados. A pesar de las evidencias y testimonios de que el atentado había sido ocasionado por una célula yihadista, el gobierno perseveró y defendió esa teoría en sus comparecencias y ruedas de prensa, que no fue aceptada por la opinión pública.

Dos días después del atentado, el sábado, el día antes de las elecciones, en el declarado día de reflexión lectora en el que queda en suspenso la campaña electoral y no están permitidas las actividades electorales, se organizó un acto de protesta ciudadana ante el PP, y Alfredo Rubalcaba responsable de la campaña electoral del PSOE declaró: "Los ciudadanos españoles merecen un Gobierno que no les mienta, que les diga siempre la verdad (…)”

Esta convocatoria de protesta pudo tener una gran repercusión, por primera vez en España se convocaba a una concentración través de las NTIC. En el artículo de Pablo Iglesias “EL HILO ROJO. La revuelta contra el gobierno Aznar tras los atentados del 11 de marzo de 2004”[5] analiza la movilización madrileña en contra del gobierno Aznar: 

En el presente artículo analizaremos algunos elementos de la revuelta madrileña contra el Gobierno Aznar el 13 de marzo de 2004, para explicar cómo un acontecimiento aparentemente inserto en un proceso de confrontación política estatal, adquiere significación como crisis sistémica a partir de su redimensión en un proceso de confrontación política global. El desarrollo de las NTIC (Nuevas Tecnologías de la Información y las Comunicaciones) en un contexto de Globalización política y económica del Capitalismo, ha permitido a los nuevos movimientos antisistémicos trascender las dimensiones nacionales no solo en sus discursos, sino también en sus repertorios de acción colectiva mediante la construcción de espacios multiescalares de significado.

 

Pablo Iglesias declara en el artículo citado: “El 13-M no fue una maniobra dirigida a provocar un vuelco electoral”, pero sin embargo fue esto lo que ocurrió. Esa manifestación tuvo el efecto de que toda la sociedad se enterase de que el gobierno estaba mintiendo y esto para una parte del electorado supone un fraude de la confianza depositada y produce un malestar social.

Resultado electoral del 14M: el partido en el gobierno, el PP, pierde las elecciones. Los periódicos[6] del lunes 15 de marzo de 2014 ofrecen distintos titulares según su afinidad política, El Mundo titula “El voto de castigo dio la victoria al PSOE”, y el ABC, “El PSOE gana las elecciones bajo la conmoción del 11-M”; pero solo los periódicos extranjeros señalan la causa con más precisión y libertad informativa, como el francés Libération: “EL PRECIO DE LA MENTIRA”, y el ginebrino liberal Le Temps que se refiere al resultado electoral como: “EL PRECIO DE UNA MANIPULACIÓN DE ESTADO”.

El vuelco electoral de las elecciones ha sido la consecuencia de un malestar social de los electores que percibieron una mentira persistente que no era una mentira ingenua, era una falsedad, cargada de intención interesada que hurtaba la verdad a la sociedad.


Elecciones del 20N 2011. Caída del Gobierno de Zapatero

José Luis Rodríguez Zapatero, ganador de las primarias del PSOE que llegó al poder por las mentiras del PP tras los atentados del 11M se encontró con una situación económica boyante, por debajo de los 2 millones de parados. Su gestión, reconocida por la aprobación de leyes progresistas, sociales, y por la igualdad, quedó empañado por la llegada de la crisis financiera mundial agravada en España por la crisis del ladrillo y alcanzar la cifra de los 5 millones de parados al final de su mandato, cifra nunca antes alcanzada. 

Los malos resultados electorales, los peores de la historia del PSOE hasta entonces (tan solo 110 parlamentarios) se pueden interpretar, en parte, como el castigo a la gestión económica que negó la llegada de la crisis lo que impidió la adoptación de las medidas oportunas.

Nuevamente nos encontramos ante una mala gestión que se intenta ocultar mediante la negación y la mentira lo que produce un malestar social en los votantes que deciden apear mediante el ejercicio de su voto a su gobierno actual para que otro tome las riendas.

Pero, hay que tener presente que, en esta brusca caída histórica del PSOE, que obtuvo tan malos resultados, jugó un papel destacado el reciente “movimiento 15M” que describen Perugorria y Tejerina (2019)[7]:

En marzo de 2011 los estudiantes universitarios convocaron una huelga general. Miles de estudiantes marcharon por todo el país en protesta contra la tasa de desempleo, la precariedad laboral, el aumento de las tasas académicas, el plan Bolonia y los recortes en el presupuesto de educación. Al cabo de unos días, la plataforma “Juventud Sin Futuro” organizó una manifestación contra la crisis económica y contra la partitocracia bipartidista “PPSOE”. El eslogan era: “Sin Casa, Sin Curro, Sin Pensión, Sin Miedo”

(…)

Desde el 15 de Mayo de 2011, el “movimiento 15M,” como ha venido a llamarse por su fecha de inicio, o de los indignados, como los medios de comunicación apelaron trivialmente a sus participantes, han servido de estandarte para las movilizaciones en Europa, el área Mediterránea y los Estados Unidos. Transmitidos a través de las últimas tecnologías de la información y la comunicación por parte de espectadores, participantes individuales y, de forma más sistemática y estratégica, por su Comisión de Extensión Internacional, los lemas, las actividades y las características organizativas del 15M se transmitieron rápidamente al resto del mundo.” 

Este movimiento no solo tuvo influencia en estas elecciones. De su nacimiento se derivó la creación de un partido político, Podemos, que en las siguientes elecciones jugó un papel sustancial en la imposibilidad de continuar con el juego de alternancia en el poder que habían institucionalizado los dos partidos mayoritarios. De hecho, la presencia de Podemos, (calificada de desestabilizadora por sus opositores) fue determinante para que se hubiesen de repetir las elecciones en 2016.

Elecciones de 2019. Caída del Gobierno del PP

Tras la victoria de M. Rajoy en las elecciones de 2011 con mayoría absoluta, la honestidad del PP comienza a verse en entredicho por la aparición continua de casos de corrupción que se van judicializando. En los comicios de 2015 con la presencia en el parlamento de los dos nuevos partidos, Ciudadanos y Podemos, el PP obtiene una escasa victoria sobre el PSOE que no le permite formar gobierno y le obliga a convocar nuevas elecciones en 2016, donde consigue el apoyo de un convulso PSOE para investir a M. Rajoy como presidente del gobierno. El PP se ha visto sometido a algo inédito en la historia de la democracia: la fuerza de dos nuevos partidos, Ciudadanos y Podemos, que se autoproclaman como progresistas, que hacen culpables a los dos partidos mayoritarios de los males que acontecen a la política española y que manifiestan con vehemencia que vienen a luchar contra la corrupción en la política y anuncian el final del bipartidismo.

Como le ocurrió al PSOE en la década de los 90, los continuos y abundantes casos de corrupción son de tal envergadura que no hay manera de taparlos. Comisiones por contratos, sobres para los dirigentes, financiación ilegal del partido, contabilidad B, donativos irregulares, cuentas en Suiza y paraísos fiscales, muchos exministros imputados y condenados y dirigentes encarcelados, eran noticia continua en los medios de comunicación. En 2018 una sentencia del Tribunal Supremo -TS-culpa directamente al Partido Popular como partícipe a título lucrativo en el caso Gurtel y ante ese escenario el PSOE, estimulado por Podemos, interpuso una moción de censura contra el presidente Rajoy. La moción de censura triunfó y se invistió presidente a Pedro Sanchez con el apoyo de una amalgama de partidos que nunca antes se había visto.

Al año siguiente, en 2019 Sanchez no consiguió los apoyos necesarios para apoyar los presupuestos y se vio obligado a convocar nuevas elecciones que hubieron de repetirse en unos meses. Estas últimas elecciones celebradas el 10N de 2019 dieron como resultado la renovación de Pedro Sánchez como presidente del gobierno en un parlamento tan atomizado como nunca antes se había conocido.

En este caso, la caída del gobierno del PP (en la moción de censura), no se produjo directamente por la intervención de los ciudadanos en las urnas, sino por la suma aritmética de escaños de los partidos representados en el Parlamento, para superar los apoyos del presidente Rajoy. Las dificultades ideológicas para la adhesión de muchos partidos nacionalistas e independentistas o de izquierda republicana al PSOE fueron superadas por la dirección de esos partidos, ante el clamor popular de sus afiliados que reclamaban ante todo echar al PP de las instituciones para acabar con una época plagada de corrupción. Así que también en este caso el malestar social que produjo la corrupción fue la de un cambio de gobierno. Ese malestar de los electores se hizo patente en las elecciones de 2019 en que los votos colocaron al PP en los peores resultados de su historia.

Conclusiones

Como consecuencia de los malestares sociales analizados en las elecciones en los que el resultado ha sido un cambio de gobierno podría concluir que en la mayor parte de los casos la crispación social, el malestar social, se ha traducido en un castigo o reprobación de la gestión con una consecuente retirada de la confianza que se plasma en la retirada del poder confiado a ese partido, a su presidente y a su equipo de gobierno. El objetivo a conseguir era que el partido en el gobierno no continuase en el gobierno.

Para que el malestar social produzca efectos en una elección es necesario que la causa del malestar social se atribuya al partido del gobierno o a su líder. Se ha de hacer recaer en ellos la responsabilidad y la culpabilidad de causar ese mal, ese malestar o esa pérdida de bienestar.

Para que la sensación de malestar arraigue se precisa de un catalizador social, es decir, aquel elemento que convierta uno o varios hechos en dignos de ser presentados a la sociedad como censurables o reprobables. Este catalizador obtendrá mejores resultados en cuanto que pueda presentarse a sí mismo como creíble, independiente y prestigioso, atributos que son cada vez más difíciles de reunir conjuntamente. Algunos ejemplos de catalizadores han sido: los partidos políticos, los sindicatos, los movimientos sociales (como el movimiento anti desahucios o actualmente el movimiento feminista), y los cada vez más desprestigiados medios de comunicación. Ahora hay que tener también en cuenta la capacidad y el poder pretendidamente anónimo de las redes sociales.

El malestar social electoral, lo es en tanto en cuanto, se manifiesta en el momento de emitir el voto, pero su gestación puede ser de maduración lenta. Por ejemplo, en el caso, de la última caída del Partido Popular hubo un detonante que fue la condena del TS al PP, pero el malestar social contra la corrupción se había gestado durante un largo periodo de tiempo siendo alimentado con persistencia por los otros partidos políticos y algunos medios de comunicación.

Según mi tesis, aunque en apariencia hay quien se proclama vencedor tras conocer los resultados de las elecciones, en realidad, los gobiernos no se ganan, sino que se pierden. Como decía Maquiavelo, no importa cómo se llega a ser Príncipe, lo importante es no dejar de serlo, y hacia ello van encaminados sus principales consejos. Lamentablemente, no tenemos costumbre de que los partidos que pierden el gobierno se reconozcan como responsables de esta pérdida y suelen tardar bastante tiempo en asumir su derrota además de atribuir ese hecho a acciones ilegitimas de la oposición.

La tesis expuesta en este ensayo no descarta la opción contraria, es decir, que en algún caso se produzca una movilización ciudadana mayoritaria en contra de que alguna determinada opción política que se pueda considerar como nociva o perniciosa llegue al poder. Esta acción suele ejercitarse mediante la aglutinación del voto útil. Pero, esto sería un tema para otro artículo.


Más allá de las conclusiones

Tras la crisis sanitaria que estamos viviendo es difícil evaluar las repercusiones económicas y la forma en que se van a abordar y que efectos pueda acarrear en la política general. De ello dependerá la convocatoria de elecciones tempranas o el intento de prolongar la legislatura. Habrá que ver cómo evolucionan los principales movimientos sociales: feminismo, ecologismo, antiglobalización, en la sociedad marcada por el síndrome post coronavirus.

Está por ver el devenir del movimiento político del 15M que evolucionó hasta la creación de un partido político, “Podemos”, que ha culminado una trayectoria de éxito llegando al gobierno en tan solo 5 años desde su fundación. Este movimiento actuó como neutralizador de la extrema derecha, pero esa contención social ha dejado de funcionar. Ahora, en el poder está sorteando con dificultades, ante sus seguidores, los rígidos principios ideológicos con que nació. Como asegura  Benjamín Tejerina[8]:

“Cuando la identidad de un movimiento se lleva al terreno de los principios, una excesiva concreción de estos puede tener como resultado una fragmentación del movimiento. Una calculada indefinición, para no poner en riesgo la identidad es una estrategia socialmente productiva, en el sentido de que puede evitar un proceso de debilitamiento de la movilización”

Cualquiera de las dos posturas, la ortodoxia de sus principios o el pragmatismo de la indefinición, le costará muchos votos y una pérdida de relevancia política, lo que nos conducirá a que los partidos del bipartidismo recuperen fuerzas y escaños.

Un movimiento social que ha mostrado su fortaleza en las calles ha sido el movimiento feminista, pero, sin embargo, no parece que vaya a tener especial relevancia en los cambios electorales estatales. La causa la apunta María Martinez[9]:

“El movimiento feminista en España está fuertemente marcado por la división territorial del propio Estado.”

El informe FOESSA[10] refiriéndose a la crisis económica plantea una hipótesis que también es de aplicación en la salida de la crisis del coronavirus:

“La salida de la crisis –la dirección en la que tal salida se produzca– y el rumbo que la sociedad española escoja en el futuro van a depender en gran medida del tono moral que en estos años de crisis vayamos desarrollando”.


Y menciona nuestra responsabilidad como votantes:

(…) quienes trabajamos a cambio de un salario o nos ganamos la vida en actividades autónomas; las personas que encontramos en los sindicatos, en el funcionariado, en la universidad, en los partidos, en las manifestaciones, en los colegios electorales… Es por ello que tienen (tenemos) la capacidad de ejercer como votantes decisivos.

Lo que se aprecia es que se está dando una oposición muy dura que tratará de obtener réditos electorales culpando de todo lo que ocurra al partido en el gobierno. Especialmente desde las posturas más extremistas de los partidos de derechas. 

Puede entrar en escena otro malestar social que apenas he apuntado: la fatiga de la democracia, la incapacidad de los partidos democráticos para dar soluciones a los problemas de malestar social. En este sentido, es digna de mencionar la obra Poderes salvajes de Ferrajoli[11] que en palabras del prologuista Perfecto Andrés Ibáñez analiza “lo que podría llegar a ser auténtica voladura, mediante el uso desviado de los instrumentos de la democracia política, de —con todas sus deficiencias— un estado constitucional”:

 “En realidad estamos, no simplemente, como a veces se sostiene, ante la alteración de hecho del sistema parlamentario en sistema presidencial, sino frente a algo bastante más grave y profundo: un cambio de sistema. Cuando la identificación entre jefe y pueblo no es solo una tesis propagandística, sino que se propone como un rasgo institucional y como una fuente de legitimación de los poderes públicos, el populismo equivale a un nuevo y específico modelo de sistema político. Corresponde a esa forma degenerada de democracia que Aristóteles llamó «demagogia» y definió, con extraordinaria lucidez, como el régimen en el que «el soberano es el pueblo y no la ley [...] los muchos tienen el poder o como individuos, sino en conjunto». En tal concepción del pueblo como «conjunto» y en la identificación del jefe con él reside el rasgo característico del fascismo.”

Este temor no era real hasta hace poco, como puede verse en el siguiente gráfico, donde se preguntaba sobre la aceptación de un partido político xenófobo antes de que existiese. Los españoles durante muchos años no creyeron que tendría éxito un partido político racista.

 Gráfico 9- Elaboración: Informe FOESSA 2019. Fuente CIS.

Hoy, ya lo hay, ya existe; tiene más de 50 representantes en el parlamento español y está creciendo.


[1] Pardo, José Luis (2017) Op. cit.

[2] Pardo, José Luis (2017) Op. cit.

[3] Este malestar contra el estado del bienestar no es abordado en este ensayo pues por el momento no ha constituido ningún vuelco electoral en las elecciones democráticas analizadas.

[4] Vilches, Jorge. (2016) https://www.libertaddigital.com/opinion/historia/asi-perdio-el-psoe-las-elecciones-1276239584.html

[5] IGLESIAS TURRIÓN, PABLO (2006). Tabula Rasa. Bogotá - Colombia, No.4: 123-143, enero-junio de 2006.

[7] Perugorría, I. & Tejerina, B. (2019). Identidades sincronizadas. Construcción del Espacio de Movilización del 15M en España.

[8] Tejerina Benjamín. (2000). La sociedad imaginada: movimientos sociales y cambio cultural en España. Editorial Trotta.

[9] Martínez González, M. El movimiento feminista en la España contemporánea. Avances.

[10] Zubero, I. & Silvestre, M. (coord. 19) Informe FOESSA 2019. p. 400.

[11] Ferrajoli, Luigi (2011).  Poderes salvajes. La crisis de la democracia constitucional.  Ed. Minima Trotta. p. 47.

Bibliografía

CIS. BARÓMETRO DE ENERO 2020 Estudio nº 3271. Enero, 2020.

Ferrajoli, Luigi (2011).  Poderes salvajes. La crisis de la democracia constitucional.  Ed. Minima Trotta.

Foucaut, M. ("La «gouvemementalité»"; curso del College de France, año 1977-1978. «Seguridad, territorio y población», 4° lección, 1 de febrero de 1978), Aut-Aut, n° 167-168, septiembre-diciembre de 1978, págs. 12-29.

https://web.archive.org/web/20051227121806/http://www.elseminario.com.ar/biblioteca/foucault_gubernamentalidad.htm Acceso, 7 abril 2020.

IGLESIAS TURRIÓN, PABLO (2006). Tabula Rasa. Bogotá - Colombia, No.4: 123-143, enero-junio de 2006.

Machiavellli, Niccoló. El Príncipe. Espasa Calpe S.A. Colección Austral, 1939.

Pardo, José Luis (2017) La era de la Perplejidad: Repensar el mundo que conocíamos. El malestar en la política. Madrid, BBVA, OpenMind, Penguin Random House Grupo Editorial.

Pérez, Fernández del Castillo, Germán. (2008) Modernización y desencanto: los efectos de la modernización mexicana en la subjetividad y la gobernabilidad, Editorial Miguel Ángel Porrúa.

Perugorría, I. & Tejerina, B. (2019). Identidades sincronizadas. Construcción del Espacio de Movilización del 15M en España.

Ricchini, S. D., & Gutiérrez, I. C. (1988). El malestar social. Cuadernos De Trabajo Social, (1), 129-142. Ed. Universidad Complutense. Madrid.

Vilches, Jorge (2016) Libertad digital. https://www.libertaddigital.com/opinion/historia/asi-perdio-el-psoe-las-elecciones-1276239584.html

Zubero, I. & Silvestre, M. (coord. 19) Informe FOESSA.


Este ensayo fue elaborado en abril de 2020.

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jueves, 10 de diciembre de 2020

EL MALESTAR SOCIAL ELECTORAL (PARTE I)

Desde una óptica político-social, abordo en este ensayo aquellos indicadores sociales de los que han de estar pendientes los partidos políticos, bien para lograr acceder al poder o bien para no perderlo. La hipótesis que mantengo en este trabajo es que el malestar social es la causa por la cual los partidos políticos pierden las elecciones, por lo que deberían estar muy atentos a las muestras sociales de este malestar para no perder el gobierno cuando lo ostentan. Mostraré algunos casos en los que se ha producido este fenómeno además de exponer mis reflexiones personales.

El concepto de malestar

Son varios los conceptos de malestar que podemos manejar y diversas las interpretaciones del término malestar. Para Pardo J. L. (2017)[1] es obvio que se relaciona con el término bienestar, pero de una manera inconcreta:
Pero este término [Malestar] es, naturalmente, demasiado ambiguo e inespecífico como para que a través de él pueda vislumbrarse con claridad un concepto. (…) el malestar designa un tipo de trastorno que, más por su indefinición que por su levedad, la medicina clínica es incapaz de tratar, afrontar o curar, precisamente por la indeterminación de sus causas y la variedad de sus síntomas, que no parecen obedecer a ningún síndrome concreto”.

Entiendo que el concepto de malestar lo podemos interpretar como antagónico al de bienestar.  que Ricchini y Cerdeira[2] afirman:
“el malestar social está en la civilización, es un componente estructural de la misma” (…) “un concepto como el de bienestar que, sin duda, con mayor o menor éxito, ha ocupado a todas las sociedades de todos los tiempos”.


Y si el bienestar, concepto subjetivo, ha existido siempre, también el malestar estará siempre presente.

En su libro sobre el desencanto social Germán Pérez[3] recoge que el malestar con la democracia se convierte en desconfianza hacia las instituciones democráticas y sus prácticas democráticas no participativas.

“Uno de los indicadores más sobresalientes en este sentido es que la mayoría de las sociedades valoran y defienden la democracia, pero se sienten crecientemente defraudadas por la ineficacia e ineficiencia del sistema político, dudan cada vez más de su legitimidad para representar sus intereses y a la vez demandan mayor efectividad de parte del Estado y espacios públicos para su participación”


El malestar que voy a tratar en este trabajo tiene un vínculo directo con esta visión pues se relaciona principalmente con la acción política, que desarrollan los partidos políticos en las democracias, y su pérdida de prestigio y credibilidad, que son consecuencia de las estrategias de los partidos y sus gobiernos para mantener el gobierno y el poder.

Mantener el gobierno, mantener el poder

Mantener el gobierno es mantener el poder, es en teoría mantener la capacidad de desarrollar las políticas que se contienen en la ideología del partido y en el programa electoral; pero en primera instancia no es más que defender la posición.

Resultan muy ilustrativas de ello dos citas de la clase de Michelle Foucault en el curso Seguridad, territorio y población[4], en la primera comenta la obra El Príncipe:
“el objetivo del ejercicio del poder va a ser; por supuesto, mantener; reforzar y proteger este Príncipe, entendido no como el conjunto constituido por los súbditos y el territorio, EL Principado objetivo, si se quiere, sino como la relación del Príncipe con su posesión: ese territorio que ha heredado o que ha adquirido y los súbditos que le están sometidos. Este Principado, como relación del Príncipe con sus súbditos y con su territorio es lo que se trata de proteger; y no directa o fundamentalmente el territorio y sus habitantes. El vínculo frágil del Príncipe con su Principado es lo que el arte de gobernar; el arte de ser Príncipe presentado por Maquiavelo, debe tener como objetivo”.


Si nos tomamos la libertad de sustituir las palabras “Principado” por ESTADO y “Príncipe” por GOBIERNO, veremos que su lectura nos resulta más familiar con nuestra actualidad política.

No es que yo comparta esa visión de Nicholas Maquiavelo sobre el poder, estoy más de acuerdo con la definición de La Perrière: «Gobierno es la recta disposición de las cosas de las que se hace uno cargo para conducirlas a un fin conveniente». Para entender ese gobierno de las cosas se apoya Foucault[5] en el ejemplo del gobierno de un barco (que tan bien conozco por mi profesión de marino y por haber ejercido el mando y gobierno de un barco durante varios años):

“(…) la metáfora inevitable a la que siempre se hace referencia en estos tratados del gobierno, la metáfora del barco. ¿Qué es gobernar un barco? Por supuesto, es hacerse cargo de los marineros, pero es hacerse cargo al mismo tiempo del navío, de la carga; gobernar un barco es también tener en cuenta los vientos, los escollos, las tormentas, las inclemencias; y esta puesta en relación de los marineros que hay que salvar con el navío que hay que salvaguardar; con la carga que hay que llevar a puerto, y sus relaciones con todos esos elementos que son los vientos, los escollos, las tormentas, es esta puesta en relación lo que caracteriza el gobierno de un barco.”


Esta metáfora del buen gobierno me resulta útil para expresar que un gobernante, un gobierno, al igual que el capitán del barco, tiene que estar en todo, atento a los factores propios que hay que salvaguardar, como son la tripulación, el buque y la carga, como a los factores externos, las amenazas: los escollos, las tormentas, las inclemencias, es decir a aquellos elementos productores de malestar.

Macchiavello con el pragmatismo político que le caracteriza, expone en El Príncipe[6] su firme defensa de los principios flexibles a la hora de mantener el poder:
“Un Príncipe, (…), que quiere mantenerse, debe comprender bien que (…) a menudo, para conservar el orden en un Estado, está en la precisión de obrar contra su fe, (..) y aun contra su religión”.

Y siguiendo con la licencia de modernización de textos, si en esta cita de El Príncipe sustituimos “Príncipe” por "partido", “fe” por “ideología”, y “religión” por “programa político” nos queda un manifiesto eminentemente actual que me resulta útil para la tesis que estoy defendiendo. La interpretación es, que todo vale con tal de mantenerse en el poder y en especial, en este párrafo, para mantener el orden del Estado, como medio para mantenerse en el poder.

Objetivo político: el poder

Los partidos políticos, se constituyen como organizaciones que tienen como fin llevar a cabo el gobierno de las comunidades, naciones o estados democráticos, mediante un sistema de participación de los ciudadanos en los parlamentos, en el que todos los sectores sociales puedan encontrarse representados. La creación del sistema de partidos políticos tiene origen en el Reino Unido en el siglo XIX para luego extenderse por Europa y por muchos países del resto del mundo.

La existencia de diferentes partidos políticos responde a las diferentes ideologías existentes en la sociedad dividiéndose por lo general en dos bloques: por una parte, la denominada “derecha” constituida por partidos de tipo conservador que tienden a defender los privilegios de las élites aristocráticas antaño, y hoy en día de quienes ostentan el poder económico; y por otra parte la “izquierda” en el que se sitúan aquellos partidos que luchan por los más desfavorecidos deseando una mayor solidaridad social, con un reparto más equitativo de la riqueza. Esta distinción ideológica mantiene su vigencia en la actualidad y ambas posiciones pugnan por alcanzar el poder para imponer sus programas políticos desde los parlamentos legislativos y a través de los gobiernos ejecutivos que gestionan las administraciones públicas de los países.

Los partidos aspiran a obtener la supremacía política, y el modo en el que los partidos pueden obtenerla en democracia es resultando ganadores en un sistema de elecciones, realizadas con cierta periodicidad (por lo general, entre 4 y 6 años), al que se convoca a los ciudadanos, que en este proceso se convierten en electores. La participación ciudadana en las democracias se realiza mediante la emisión de un voto unipersonal y secreto basada en el principio de que todos los votos tienen el mismo valor. Del resultado del escrutinio saldrá elegido el partido ganador (dependiendo del sistema electoral de cada Estado) a las elecciones presidenciales, o parlamentarias. El partido triunfante será el que pueda llevar a cabo su programa electoral en el marco que la constitución o las leyes le permitan. Además, el partido vencedor tendrá el derecho a situar a quien quiera en los puestos de dirección de los ministerios, secretarías, direcciones y subdirecciones generales, empresas públicas, etc.; esto supone un botín en forma de miles de puestos de trabajo, de libre designación, bien remunerados e influyentes, para personas de su confianza que por lo general serán afiliados al partido ganador.

En esta tesitura, el partido hegemónico dispondrá de la capacidad de aprobar leyes y establecer nuevas disposiciones para aplicar y hacer cumplir las propuestas, las promesas, recogidas en el programa electoral.

Pero, para ello, como he indicado, es preciso ganar esas elecciones. Nada es posible conseguir para un partido político si no participa en los procesos electorales y obtiene los resultados que le permitan acceder al poder. Pero, quienes deciden qué ideas políticas triunfan y qué partidos ganan son los electores y por eso, de la misma forma que para la sociedad de consumo las personas somos consumidoras y para las empresas somos clientes; para los partidos, los ciudadanos nos convertimos en electores.

Así pues, los partidos políticos modernos son conscientes de que su objetivo imprescindible es obtener el gobierno y para ello es necesario ganar las elecciones de sus ámbitos electorales. Por ello, se han convertido en aparatos de poder. Su estructura interna antes de prepararse para ejercer el poder, ha de organizarse para conquistar el gobierno mediante la contienda electoral en la que no hay otro objetivo que lograr resultar vencedor. Por esta razón, los ciudadanos pasamos a estar categorizados todo el tiempo, no solamente en el periodo de campaña electoral, sino todo el tiempo, como electores. Durante el mandato de gobierno o periodo de legislatura, todas las acciones de gobierno, leyes, decretos, resoluciones, tomas de postura, acciones ante los conflictos sociales, medidas económicas y fiscales adoptadas, manifestaciones públicas, apoyos a movimientos sociales, etc., todos, absolutamente todos los movimientos de los partidos que gobiernan, están orientados para no perder la confianza de los ciudadanos en tanto que son electores, son votantes.

Naturalmente, todos los fenómenos sociales tienen un efecto multicausal y también un vuelco electoral está producido por varias causas, pero en este ensayo me centro en cuáles han sido esos factores, determinantes de la pérdida de confianza de los electores, a los que yo agrupo bajo la calificación de malestar social electoral, ese malestar que aparece en las elecciones democráticas.

Propaganda del bienestar

El poder de elección que tiene el ciudadano mediante su voto es el que puede producir que un partido que aspira a conseguir el poder lo obtenga o no, y también que un partido que está en el poder lo pierda o lo conserve. En consecuencia, los partidos políticos en los países democráticos son organizaciones de gestión del poder y para ello se han convertido irremediablemente en máquinas de propaganda electoral.

Para conseguir la victoria electoral, los politólogos, sociólogos y expertos en comunicación de los partidos y de los líderes políticos han de tener permanentemente presentes un buen número de indicadores sociales que son los que les guían en su toma de decisiones.

Por lo general, son los indicadores positivos que representan el bienestar social alcanzado, qué es el patrón con que se miden las democracias de los países occidentales: lo que los gobiernos publican a través de todos los medios de propaganda posibles, con el fin de mostrar y convencer de las excelencias de la gestión realizada. Siempre se procura mostrar que los buenos datos del país son el resultado de una buena acción de gobierno.

Algunos indicadores del país suelen ser mostrados en forma de evolución anual del PIB, del ahorro, de la disminución del desempleo, del aumento de las exportaciones, del aumento del presupuesto en educación o en sanidad, o en subsidios o en jubilación o en el aumento de la esperanza de vida, el aumento del ahorro, o el aumento de la inversión extranjera; o el aumento del turismo o el número de pasajeros en cualquier medio de transporte; la reducción del déficit, la reducción o contención de la inflación, etc. Todos estos datos y otros muchos se divulgan solo en el caso de que sean positivos y se puedan asociar a la buena gestión del gobierno. Otro tipo de informaciones que se publican de forma notoria son los que establecen comparaciones con otros países en las que salimos beneficiados de forma notoria, como pueden ser los de crecimiento, cuando son superiores a los de los países de nuestro entorno, los de industrialización, los de turistas, los de producción de vino, o aceite, o los de accidentes de tráfico. Todo vale, si la nación queda en buen lugar.

Gráfico 1- Evolución del PIB per cápita. Tipo de grafico que gusta mostrar a los gobiernos
Además, de paso, estas informaciones contribuyen a reforzar el sentimiento patriótico de identidad colectiva, que siempre es buscado por todos los gobiernos de cualquier ámbito.

Por el contrario, los partidos políticos de la oposición (pernicioso nombre que lleva tal carga de significado negativo que siempre conduce a oponerse a cualquier acción de gobierno, con o sin razón) se dedican a contradecir e intentar contrarrestar cualquier propaganda gubernativa.

Cambios en la opinión pública

En muchas ocasiones, cuando un partido político en el poder pierde las elecciones, la pérdida de confianza de los ciudadanos y de los electores no suele ser por la caída brusca de los indicadores de bienestar social sino por la entrada en juego de algunos factores de malestar social.

A veces, en algunas épocas, aunque ni los políticos ni los ciudadanos perciban un declive de esos indicadores de bienestar social, se produce un fenómeno, un acontecimiento salta una chispa, un detonante, que origina un cambio de opinión de una parte significativa de la sociedad que hace caer a un gobierno. Para que se produzca un cambio de gobierno se ha de producir un vuelco electoral que consiste en que muchos electores dejen de votar al partido que gobierna y otros muchos voten mayoritariamente a un partido de la oposición. No solo es necesario que se produzca un malestar social concreto, sino que es preciso que exista un catalizador social que intervenga e influya propiciando un cambio en la opinión pública la campaña electoral. El malestar en cuestión ha de ser magnificado, hecho visible y elevado a una potencia de protesta que despierte en los ciudadanos su rebeldía, y los hechos que los producen han de presentarse como trascendentes para la sociedad.

Detección del malestar

Los gobernantes cuentan con herramientas de observación sociológica para conocer el todo momento la opinión de la sociedad y para atajar los principales problemas manifestados por los ciudadanos. Uno de estos observatorios es el Centro de Investigaciones Sociológicas que pregunta con regularidad a los españoles cuáles son los problemas que creen que hay en España y cuáles les afectan; en la tabla siguiente se ven cuáles son las respuestas del Barómetro del CIS del mes de enero. Sin duda, es un interesante termómetro para ver cuáles son algunos de los factores que pueden intervenir en una sensación general de malestar social. No obstante, no creo que ninguno de los problemas que aparecen en los primeros lugares en estas encuestas sean “per se” los causantes de un vuelco electoral y, por lo tanto, supongo, que les preocupa relativamente a los gobiernos.

Además, como puede verse en la tabla número 1[7], al haberse segregado las respuestas que identifican los problemas que aparecen en el orden número 3, 4, 5 y 8, que se refieren a la política, los políticos y la corrupción, se distorsiona el resultado, pues de haberse agrupado el principal problema de los españoles, incluso muy por encima del paro sería “la política, los políticos y la corrupción”.

Tabla 1.- Principales problemas en España. Barómetro del CIS enero 2020

En el siguiente gráfico, he recogido la percepción de los españoles sobre los problemas de España en los barómetros del CIS de este año. El análisis continuo de los resultados de este Barómetro permite observar cuales de los problemas se convierten en estructurales:

Gráfico 2- Problemas en España enero-abril 2020.

Entre los problemas crecientes manifestados por los españoles se encuentran los problemas de índole económica:
Gráfico 3- Evolución de problemas de índole económica (Gráfico El plural. Fuente CIS)

Gráfico 4 Capital de los más acaudalados 

Uno de los problemas que más malestar social produce es la desigualdad, pero eso no aparece en los barómetros del CIS, aunque puede ser el resultado inevitable de cualquier análisis sociológico.

Los gráficos de la riqueza de los más ricos no dejan dudas, desde 2012 no han parado de crecer y su riqueza es un 54% mayor que en 2012. En estas barras, la evolución del capital de los más acaudalados en España desde el inicio de la crisis:       

Gráfico 5: Personas con más de 1 millón de $
 

En el gráfico número 5, la evolución del número de personas que poseen activos superiores a un millón de dólares en España, también desde 2008. Son los datos que arroja el informe anual de riqueza mundial para 2017 de la consultora Capgemini. A nivel mundial, en 2025 será un 56% mayor de lo que es hoy.

Gráfico 6- Personas con más de un millón de $ para invertir.






En el gráfico número 6 se ve como después de la crisis financiera y de la construcción de 2008, con los recortes que se han practicado y la precarización del empleo para muchos, el número de personas que han incrementado el ahorro y sus reservas financieras teniendo capacidad para invertir un millón de dólares se ha multiplicado por dos.

Podemos poner como ejemplo, cómo la situación del desempleo no ha jugado un papel sustancial en las contiendas electorales.

Gráfico 7- Evolución del paro y cambios de gobierno (Gráfico El País. Fuente EPA)











En el gráfico número 7 se puede apreciar como los cambios de gobierno se han producido en todas las situaciones de desempleo, cuando el paro está alto y cuando está bajo, cuando el paro está al alza como cuando está en descenso. No parece que el desempleo, que suele aparecer como el principal problema de los españoles sea el principal malestar que propicie un cambio electoral.
 
El paro, los problemas de índole económico, tener un trabajo precario, entre los que se encuentra la pobreza, la falta de una vivienda digna, la salud, la injusticia, la inseguridad, son problemas sociales que no proporcionan el bienestar social a que aspira la ciudadanía, pero no parecen ser factores que determinan un vuelco electoral. Quizás sean otros elementos los que proporcionen el malestar social electoral, como un deterioro rápido de las condiciones de vida, la rabia ante la desigualdad económica de los miembros de una sociedad, o quizás otros valores como la pérdida de libertades, la opresión, la falta de igualdad de oportunidades, todo lo que produzca desconfianza de que un partido o su líder no sea capaz de controlar la situación y gobernar con eficacia, o la sensación de que nos engaña o que se aprovecha de nosotros, la corrupción el fraude, la mentira. Son factores más emocionales los que pueden producir un cambio gubernativo. Cuando se detecten algunos de esos factores será el momento en el que quienes se sientan en disposición de provocar el cambio, instrumentalizarán estas causas para debilitar y reclamar de los ciudadanos el uso de su poder para producir el cambio: el voto.

El informe FOESSA[8] de 2019 refiriéndose a la indignación y el malestar recoge:
“(…) ha aumentado la insatisfacción con la democracia y la desconfianza hacia los partidos políticos. España es en la actualidad uno de los países de la Unión Europea donde más personas se muestran insatisfechas con el funcionamiento de la democracia”.

En la segunda parte expongo algunos casos históricos de malestar social, los cambios electorales en España y las conclusiones de este ensayo. Ir a la Parte II.

[1] Pardo, José Luis (2017) La era de la Perplejidad: Repensar el mundo que conocíamos. El malestar en la política. Madrid, BBVA, OpenMind, Penguin Random House Grupo Editorial.

[2] Diaz Ricchini, S., & Cerdeira Gutiérrez, I. (1988). El malestar social. Cuadernos De Trabajo Social, (1), 129-142. Ed. Universidad Complutense. Madrid.

[3] Pérez, Fernández del Castillo, Germán. (2008) Modernización y desencanto: los efectos de la modernización mexicana en la subjetividad y la gobernabilidad, Editorial Miguel Ángel Porrúa. p. 11.

[4] Foucaut, M. ("La «gouvemementalité»"; curso del College de France, año 1977-1978. «Seguridad, territorio y población», 4° lección, 1 de febrero de 1978), Aut-Aut, n° 167-168, septiembre-diciembre de 1978, págs. 12-29. https://web.archive.org/web/20051227121806/http://www.elseminario.com.ar/biblioteca/foucault_gubernamentalidad.htm Acceso, 7 abril 2020.

[5] Foucaut, M. Op. cit.

[6] Machiavellli, Niccoló. El Príncipe. Espasa Calpe S.A. Colección Austral, 1939. p. 39.

[7] CIS. BARÓMETRO DE ENERO 2020 Estudio nº 3271. Enero, 2020.  http://www.cis.es/cis/export/sites/default/-Archivos/Marginales/3260_3279/3271/es3271mar.pdf Acceso 20 abril, 2020.

[8] Zubero, I. & Silvestre, M. (coord. 19) Informe FOESSA 2019. 


Este ensayo fue elaborado en abril de 2020.

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