Está apareciendo una nueva controversia social entre quienes condenan sin paliativos como genocidio la reacción del gobierno de Israel contra el atentado terrorista de Hamás en la fiesta rave de hace dos años y entre quienes de forma más tibia aceptan la respuesta de Israel contra el pueblo palestino asentado en la franja de Gaza y se resisten a calificar como genocidio la destrucción del territorio y el asesinato de decenas o cientos de miles de gazatíes.
Hoy he visto una publicación en la que estos últimos exponen los
resultados de varias tragedias bélicas como la Guerra Civil de Congo con un
millón de muertos, la Guerra Civil de Siria con 470.000 muertes y el conflicto
bélico de Rusia y Ukrania (al que no llaman invasión) con 440.000 muertes y la
Guerra civil de Etiopía con 400.000 muertes, y las comparan finalmente con la
que llaman Guerra de Gaza-Israel a la que atribuyen 60.000 muertes. A continuación,
recogen imágenes de las amplias manifestaciones a favor del pueblo palestino y
se preguntan porque las sociedades que ahora protestan estuvieron plácidamente
en sus actividades cotidianas y de ocio y mantenían silencio en aquellos
conflictos con cientos de miles de fallecidos y sin embargo ahora se
manifiestan por la paz.
Presiento que con esta comparación respecto del número de muertes
pretenden convencernos que si en Gaza solo ha habido el 10% de muertes que en
otros conflictos no hay razones para salir a las calles ni enarbolar banderas
palestinas denunciando el exterminio que está llevando a cabo el gobierno y el
ejército israelí. No les gusta ver esas manifestaciones contra el Gobierno de Netanyahu y su plan de aniquilación y derribo.
Aun aceptando que el número de muertes en Gaza no haya llegado a los
cien mil, aunque ya hay quienes aseguran que han superado los 700.000, y siendo
cierto que las sociedades occidentales no se han movilizado por la paz en otros
graves conflictos aprecio ciertas diferencias que quiero significar.
La defensa del pueblo judío
Probablemente debido a la propaganda de los productores
cinematográficos judíos de Hollywood y a sus grandes producciones hemos
conocido el holocausto judío mejor que ningún otro y nos hemos sentido muy
próximos al sufrimiento judío; a través del cine y la literatura hemos llorado
con ellos sus calamidades. Hemos tomado partido por ellos y les hemos apoyado
emocionalmente más allá de Auschwitz, Mauthausen y Trevlinka, en la guerra de
los 6 días y en otras batallas, y como víctimas del terrorismo que han sufrido
(por ejemplo, en Munich). Conocemos a la etnia judía (que no es tal, sino una
religión) mejor que a ninguna otra y les hemos asimilado mentalmente a nuestra
cultura.
Es
por esto que como europeos nos cuesta entender que quienes han estado perseguidos,
expoliados de sus bienes, expulsados de sus barrios y ciudades y asesinados
masivamente sean capaces de hacer lo mismo a otro pueblo, eliminando
masivamente a la población civil.
No sabemos nada de los pueblos del Congo ni de las tribus
sirias por lo que sus guerras están emocionalmente alejadas de nuestros
sentimientos. Pero los judíos los sentimos como nuestros, han formado
parte de nuestra historia (a pesar que los reyes españoles les expulsasen de
sus territorios), han vivido en nuestras ciudades, y compartimos los
principales valores morales de nuestra sociedad empezando por los diez
mandamientos (de la Ley de Dios) comunes entre el judaísmo y el cristianismo
(ya sean católicos, ortodoxos o luteranos o anglicanos).
Lo que sentimos con el gobierno de Israel (y de paso con
su sociedad) es rabia e incomprensión por el genocidio que han puesto en
marcha. Lo que nos indigna es que quienes hemos defendido como víctimas y
percibimos como iguales actúen de forma opuesta a como nuestros valores sociales
y culturales nos indican que hemos de comportarnos con nuestros semejantes. La
sociedad occidental siente una irritación profunda porque los que veíamos como víctimas
y tenían nuestros afectos se están comportando como verdugos.
Los europeos no estamos preparados para esta decepción sentimental por
quienes demuestran tal insensibilidad con quienes han compartido siglos de
historia y territorio. Y esto es solo el principio de una desafección que con
el tiempo se convertirá en antipatía e inquina contra el pueblo israelí. No en
vano el 82% de los ciudadanos del estado español creen que Israel está cometiendo
genocidio.
Y en el país vasco tenemos una razón más que nos hace mostrar nuestra simpatía y solidaridad con el pueblo palestino pues además de ser masacrado ve negado su derecho, como Euzkadi, a tener un estado propio.